Carta de bienvenida del Presidente

Carta de bienvenida del Presidente

Bases actuales de la democracia

La democracia está fuertemente asentada en el mundo sobre tres pilares:

  • Es una técnica de convivencia que permite cambios sucesivos de dirigentes sin rupturas de la legalidad y el orden.
  • Representa una conquista de derechos por los sectores populares.
  • Es un método aceptado con generalidad dentro de la cultura afín, que presenta toda la fuerza de convicción de las creencias compartidas.

En un momento dado, en las presentes circunstancias, dada nuestra decidida voluntad de sostenerla, tales bases son sobradamente suficientes para mantener el sistema

Insuficiencia para el futuro

Mas, si extendemos nuestra mirada más allá de lo actual y de lo próximo, podemos razonablemente imaginar etapas, en las cuales coincidan muchas ansias insatisfechas; la serenidad y normalidad de los cambios sean despreciados ante el contenido de las mutaciones que se desean; grandes sectores de las poblaciones anhelen otros logros que, por ser ideales no alcanzados, atraigan más que las anteriores conquistas ya rutinariamente vividas; surjan como consecuencia teorías en todo o en parte sustitutivas de la democracia; concluya la fe compartida en nuestro actual sistema; e incluso comience una fe alternativa por contagio de las ideas nuevas de signo distinto o contrario.

Con esos ingredientes, en tal clima espiritual, las hoy inconmovibles bases de la democracia, habrán desaparecido. Porque no son sólidas por sí mismas, sino sólo en cuanto están amparadas por las circunstancias presentes que, como cualesquiera otras, carecen del atributo de la eternidad.

La Universidad San Pablo-CEU y la democracia

La USP-CEU nace de un impulso filosófico, de una tabla de Ideas, donde es central la dignidad de la persona humana, del hombre individual, por tanto de todos y cada uno de los hombres; y proclama en consecuencia, con la corriente de pensamiento en que se integra, que ningún ser humano puede vivir sometido a la voluntad de otro, por mucha diferencia que entre ellos pueda existir; y ninguna persona puede ser privada de participar en las decisiones de aquellos grupos de los que es miembro.

Por esos fundamentos filosóficos, a los cuales se superpone el hecho de que la técnica de la democracia y su regla de las mayorías, constituyen el mejor invento conocido para conseguir una convivencia pacífica en la que, de modo estable, se respeten los derechos esenciales a la libertad y participación de los individuos, procede confluir con todos en el apoyo al sistema democrático.

Pero como institución universitaria, precisamente en la medida en que otorga al fenómeno una máxima importancia, no puede quedarse en lo periférico, no cabe conformarse con unos pilares asentados sobre terrenos que en algunos tiempos son movedizos, y ha de promover la búsqueda de apoyos más profundos, destacando su esencia intemporal y encontrando y razonando aquellas raíces que hombres y pueblos deban defender siempre, en todas las épocas.

Lo que la democracia necesita

La democracia, felizmente instalada, necesita ser afirmada con estudios serios, sin quedarse en el “porque sí” o en el ditirambo, más allá, incluso, de las técnicas que se contemplan en diversas asignaturas de los currículos académicos, estableciendo sus fundamentos morales, filosóficos, científicos.

Unos fundamentos que, por entroncar con los inalienables derechos humanos, nieguen que las mayorías democráticas invadan esferas de la vida social y personal que son ajenas y deben resultar inmunes a la acción política, o, al menos, a las medidas coactivas del Poder.

Unos fundamentos que, por coexistir con otros principios básicos del hombre y de la sociedad, con las leyes naturales de búsqueda de la perfección individual y social, mantengan una tensión que impida que el resultado de la voluntad mayoritaria sea la tendencia a la mediocridad, y fomente el mérito, la selección abierta de minorías y el desarrollo de hombres singulares.

Unos fundamentos que, justamente por no quedarse en lo superficial, por cultivar y resaltar la esencia, eviten la degeneración del sistema que muchos pensadores han considerado inevitable, fruto de la demagogia y la corrupción, en definitiva, por falta de autenticidad, de correspondencia de la técnica con la razón que lo origina y justifica.

Unos fundamentos que necesitaremos para cuando cambien las modas intelectuales, pero que también hoy precisamos, aunque no nos apercibamos de ello, para reclamar formas y comportamientos más auténticos dentro de las estructuras que hemos aceptado.

Se trata de un estudio que no puede pretenderse concluso con la publicación de una obra, por muy amplia que sea, en un momento determinado, sino que debe estar permanentemente abierto, recibiendo sucesivas aportaciones de gentes diversas, en etapas diferentes de la evolución social, cuando los problemas y los retos sean distintos, siempre avanzando en la fundamentación y apoyo de una democracia que, de modo efectivo, asegure el respeto a los derechos derivados de la dignidad de todos los humanos, y permita una convivencia pacífica y de progreso.

Coda

Para ser fiel a sus propios principios y, al mismo tiempo, prestar a la sociedad un servicio que le es necesario, la USP CEU crea este Instituto Universitario de Estudios de la Democracia, y llama a colaborar en sus tareas a cuantos compartan nuestra concepción humanista de la vida social.

D. José Manuel Otero Novas
Presidente del Instituto de la Democracia