Periódico La Razón España
Manuel Sánchez Cánovas
26 de febrero de 2021
Los viajes de placer a casinos del extranjero por parte de ciudadanos chinos acarrean una sangría de divisas para la República Popular China. Pekín los está limitando, lo que puede tener importantes consecuencias financieras para las naciones vecinas del Sudeste Asiático. Otra razón para reconsiderar su gran dependencia económica del gigante asiático.
El juego, verdadera pasión entre los chinos, es ilegal en la República Popular, pero está autorizado en Macao, Hong Kong y Taiwán, lo que provoca salidas de capital del orden de 150.000 millones de dólares anuales. Dada esta extraordinaria magnitud, Pekín ha tomado cartas en el asunto: En 2020, 35.000 chinos fueron acusados de crímenes relativos al juego transfronterizo; además, el pasado agosto se anunció la inminente publicación de una lista de casinos vetados en el extranjero. Serían aquellos destinos que puedan «hacer peligrar la propiedad y la seguridad personal de ciudadanos chinos» según The Diplomat.
Pekín también amenaza a aquellos extranjeros que quieran organizar en
China viajes al exterior para jugar con penas de hasta 10 años. Tras un año terrible por la pandemia, el sector empieza a resentirse. Los analistas
del Grupo Genting hablan de que los niveles de negocio post pandemia en Singapur, no se recuperarán en 2021 por la ausencia de jugadores VIP de la República Popular, y de una caída del 90 por ciento de sus beneficios.
Genting comparte el duopolio del juego con el grupo Sands en Singapur, dueño del casino con forma de barco Marina Sands, edificio emblemático, extraordinario, de esta afluente ciudad Estado, centro financiero y fiscalmente amable para millonarios. Además, es famoso por Genting Highlands, en las bucólicas montañas de Malasia, donde gracias a un acuerdo con el Estado de Pahang, se permite jugar a chinos, indios y extranjeros aunque esté prohibido en la religión musulmana, mayoritaria del país. De allí se recuerdan situaciones de otros tiempos, de asesinatos por deudas de juego y mafias chinas (triadas), o de suicidios de chinos de la Diáspora arruinados. Hoy sin embargo, Malasia es un país seguro, relativamente serio y organizado. Y en Singapur, país número uno a nivel mundial en términos de Seguridad jurídica y personal, resultaría imposible.
Más o menos fundadas existen bastan- tes leyendas sobre el juego en el mundo chino. Los grandes «padrinos» de Macao, Hong Kong y el Sudeste Asiático –como Stanley Ho y su Casino Lisboa en la excolonia portuguesa–, en algunos casos obtuvieron licencias para sus empresas en el pasado, a través de cierta simbiosis entre familias de políticos indígenas e intermediarios de minorías étnicas, a modo de «padrinos». Unas quinientas de estas familias controlan la economía de la ASEAN. Sin embargo, estos negocios se diferencian nítidamente de aquellos en países muy pobres como Camboya o Myanmar bajo fuerte influencia política de Pekín. Aquí el turismo de China no son generalmente VIPs, y el juego viene aparejado a la prostitución, tráfico de drogas y otros ilícitos. Se trata en muchos casos de negocios de inmigrantes de la RP China, relacionados con el expolio de recursos naturales del Mekong, orientados a turistas y la misma comunidad inmigrante china. Vietnam y Filipinas, menos pobres, también se ven afectados.
Por tanto, si el dinero del juego chino no afluyera al Sudeste Asiático, el destino beneficiado sería Macao, bajo control de Pekín. De hecho, el fallecimiento del millonario americano Sheldon Adelson- abre la puerta –para Reuters– a la posibilidad de que inversores continentales, compren participaciones en su empresa, la Sands China Ltd. Este sería un factor estratégico para congraciarse con los mandarines comunistas, y mantener a la Sands en este rentabilísimo mercado, ya que las licencias de los casinos en Macao expiran en 2022. Así, Pekín retendría una mayor parte de la salida de divisas por juego en su propio territorio. En el marco de la guerra comercial con EEUU, y después de que China suprimiera la Independencia Judicial y Derechos Humanos en Hong Kong, todas las grandes americanas – Wynn, MGM, la propia Sands y otros – con enormes casinos en Macao, verían tremendamente dañados sus intereses con la retirada de sus licencias.
La visión de Sheldon, famoso por su fallido proyecto en España, Eurovegas, fue fundamental en la transformación de Macao. De centro para el juego duro y el vicio a paraíso para congresos, convenciones y parque temático de juegos, con alcance familiar, seguro y limpio, cuya cifra de negocios supera a la mismísima de Las Vegas. Aunque también de paso en aquella transformación se acabara con importantes espacios históricos, culturales y naturales en la mayor ciudad con esencias hispanolusas en China.