El intolerable chantaje del independentismo catalan

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El intolerable chantaje del independentismo catalan

Hace unos días don Pedro Aragonés, presidente de la Generalitat de Cataluña acudió a la tribuna del Club Siglo XXI en Madrid. Presentado por la señora Carmena como “un hombre de diálogo”, ha dejado perplejo a más de uno que ve en la actitud del político catalán más monólogo que diálogo, Aragonés vino a Madrid a repetir sus cansinos mantras. Bien sabe este señor que puede venir a la Capital del Reino cuando quiera y como quiera a exponer sus tesis sin temor a que nadie le moleste, cosa que no ocurre ahora mismo en la Comunidad Autónoma que él preside donde los derechos fundamentales y las libertades que la Constitución reconoce a todos los ciudadanos están limitadas para los no independentistas.

Volvió Aragonés a pedir el anticonstitucional referéndum y amenazó al presidente del Gobierno con explorar- otras medidas”-, si el ejecutivo, no cede a las pretensiones de los independentistas. Es de suponer que esas medidas están en relación con el apoyo a un ejecutivo que no ha tenido ningún problema para ir de la mano de antisistema, proetarras y nacionalistas exacerbados en su intento de constitucionalizar la ruptura y dinamitar el consenso constitucional. Esto nos suscita una gran inquietud. Parece que su objetivo no es otro que desatar dinámicas desestabilizadoras con el fin de quebrar los equilibrios que han hecho perdurable la Constitución de 1978.

El problema de oír una y otra vez las intenciones de separarse de España es que, aunque las sabemos imposibles desde el punto de vista de su constitucionalidad, sí van calando poco a poco en una sociedad que asiste perpleja a este espectáculo. Aunque no existe una clara contrapartida de opinión que diga claramente que NO, ningún gobierno español permitirá la fragmentación de una parte del territorio nacional. Pero ¿hasta dónde están dispuestos a presionar los unos y a aguantar los otros?. Estos últimos no parecen tener muchos escrúpulos y mucho nos tememos que ese diálogo al que se refiere Aragonés termine con alguna fórmula extraña que contente a los separatistas en detrimento de la unidad de España.

Un Estado democrático no debe aceptar que se empleen medios en una parte de su territorio para someter a una determinada población a la que como electorado no se consigue convencer de la independencia ni con la calle ni en las urnas.

No parece que surta ningún efecto el franco declive económico y social al que se encamina Cataluña, ya evidente. Ni que este tenga mucho que ver con la poca fiabilidad que ofrecen unas autoridades que se niegan a cumplir, sistemáticamente, las leyes de forma escandalosa.

Nosotros abogamos por un Estado fuerte que utilice todos los recursos constitucionales a su alcance para exigir, a todos, el cumplimiento de la Constitución y la  Ley.

Intervención de Jose Amengual en la Cena de Navidad 2021

HUMANISMO Y POSHUMANISMO

1. DOS COSMOVISIONES ANTAGÓNICAS
– HUMANISMO: LA CULTURA DE LAS TRES COLINAS

El Gólgota: El Cristianismo La Acrópolis: La Filosofía El Capitolio: El Derecho

– POSHUMANISMO: LA CONTRACULTURA DE LAS TRES CAVERNAS

El Nihilismo: La imposibilidad de conocer la verdad.
El relativismo moral: La validez de todas las concepciones morales.
El identitarismo excluyente: La sustitución de la identidad personal, la que nos hace únicos, por la de pertenencia a un colectivo excluyente.

– La Civilización se ha desarrollado sobre la base humanista, consagrando las libertades y derechos individuales como propios de la dignidad ontológica del ser humano y ha progresado aplicando la ecuación:

PROGRESO = LIBERTAD + RESPONSABILIDAD + CREATIVIDAD + RIESGO

– El Poshumanismo conlleva:
. Restricción de las libertades individuales
. Abolición de la ética de la responsabilidad . Freno a la creatividad
. Desincentivación del riesgo

– El Poshumanismo impide el progreso individual y social, por lo que es incompatible con la sociedad del conocimiento, la única que nos abre la senda de la consolidación de la Civilización y de su futuro.

2. POSHUMANISMO, TOTALITARISMO Y ÉLITES GLOBALES

– La Civilización construida sobre la cosmovisión humanista ha producido una extraordinaria evolución cuanticualitativa, de forma directa en los países democráticos e indirecta en países con regímenes autoritarios o totalitarios:

. Crecimiento exponencial de la población mundial, frenada por el auge del Posthumanismo que propugna el aborto y el descarte de la natalidad.
. Culturización de la población mediante el acceso generalizado a la educación.

. Extraordinario desarrollo económico que ha dado lugar a unas clases medias mayoritarias.
. La estructura organizativa piramidal está siendo sustituida por sistemas en red.

. Socialización centrada en las megalópolis.

– Esa acelerada evolución se ha producido en un nuevo marco económico, tecnológico y geopolítico:

. Hipertrofia del gasto público.
. Endeudamiento público y privado inasumible.
. Deslocalización y dispersión de la producción.
. Logística internacional especialmente vulnerable.
. Eclosión generalizada de las TICs, Tecnologías de la Información y la Comunicación.
. Globalización / Generalización del libre mercado.
. Fracaso del uso de la fuerza militar en los conflictos regionales.
. Irrupción del meteoro chino en el tablero geoestratégico mundial.
. Emigraciones masivas.
. Nuevo mapa energético y nuevas materias primas.
. Creciente supeditación de los estados – nación a una jerarquía globalista autoritaria.

– La pujanza de las sociedades de ciudadanos libres e iguales o con crecientes aspiraciones a serlo, ha puesto en peligro el poder de las élites

oligárquicas globales, que están reaccionando con la adopción de una estrategia de implementación de la cosmovisión poshumanista, instrumentada a través de la ideología totalitaria neocomunista. De esa forma se configura una connivencia a escala mundial entre los grandes poderes económico-políticos, que supeditan el antagonismo ideológico al colaboracionismo contracultural.

3. LA DISTOPÍA POSHUMANISTA

Con el fin de conseguir la hegemonía de la cosmovisión Poshumanista, las élites globalistas han generado una batalla cultural sustentada en una proposición contracultural tan irracional como contradictoria en términos, por lo que, tarde o temprano, esa batalla está abocada al fracaso:

. El nihilismo es absolutamente incoherente con la imposición de lo “políticamente correcto”.

. Unas élites que suprimen la libertad intelectual se están negando el progreso en todos los órdenes, por lo que están renunciando a su propio futuro.

. El proceso de sustitución de la persona con sus libertades y derechos por el de pertenencia a un colectivo predeterminado, al que se le otorgan privilegios discriminatorios, choca frontalmente con la necesidad innata de la persona de realizarse como tal y no como perteneciente a un colectivo.

. El asalto a las libertades individuales comporta la sustitución de la meritocracia y el pluralismo por la “diversocracia” y la “cancelación”.

. Las políticas contraculturales terminan cercenando el desarrollo cultural, científico, tecnológico y económico, por lo que el sistema que las adopta está abocado a su implosión.

José Amengual
Madrid, diciembre 2021

 

EL DESCRÉDITO DE LAS INSTITUCIONES

Las encuestas más fiables y las apreciaciones personales coinciden en que la confianza en las instituciones nacionales está cayendo, sobre todo entre los jóvenes. Y esto nos parece sumamente grave. No sólo porque puede parecer injusto la generalización de determinados comportamientos, sino porque el desencanto y algunas intenciones populistas pueden desenganchar al ciudadano de sus obligaciones como sujeto político. Y esto es especialmente peligroso, sobre todo si esos populistas llegan algún día al poder.

Este descrédito viene marcado por los comportamientos de algunos políticos que, a su evidente falta de preparación intelectual y profesional, añaden unas formas que no se corresponden, en absoluto con la corrección política que debe observarse. Y esto queda evidenciado tanto en las intervenciones en las cámaras legislativas, como en las opiniones que se manifiestan en las redes sociales. Así como el abuso de los medios que el Estado pone a disposición de los políticos para el desarrollo de su labor.

Pero probablemente es la anteposición de los intereses partidistas a los de España como nación lo que más contribuye al descredito de las instituciones políticas. Los pactos entre los partidos para mantenerse en el poder, a toda costa, incluso con aquellos antisistema que persiguen la destrucción del modelo político que inauguró la Constitución de 1978, escandalizan a muchos ciudadanos.

La profesionalización de la actividad pública, con los privilegios de los políticos, en un momento de grave crisis económica, no hace más que empeorar la imagen de la clase política entre los españoles. La profesionalización de la política no sólo priva de experiencia laboral a quienes tienen que legislar, sino que hace que se aferren al poder a toda costa. No es nada extraño que al preguntar a los españoles cuales son los principales problemas que, en estos momentos tiene España, el mal comportamiento de los políticos figure en sexto lugar según el CIS.

Con todo, pensamos que la mentira sistemática, el incumplimiento de las promesas electorales, la negación insistente de pactos que terminan fructificando por intereses, no ya de partido, sino estrictamente personales, eso es lo que más está contribuyendo a ese peligroso descredito de las instituciones públicas.