Efectos de la Leyenda Negra                       en la Intrahistoria particular de los españoles

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Efectos de la Leyenda Negra en la Intrahistoria particular de los españoles

Por Carlos Baltés

No nos referimos ahora a la Grande Historia de la Nación Española en su conjunto ni a los efectos que la denominada Leyenda Negra produce sobre nuestra historia nacional, nuestro papel en el mundo y nuestra propia reputación. Como tampoco en la consideración externa de nuestra cultura y nuestra ciencia, de nuestro arte y nuestras costumbres, sino que nos referiremos exclusivamente a los efectos directos    sobre las personas, sobre los españoles como individuos, tiene la mencionada leyenda a través de la visión que, sobre su idiosincrasia, su valía, su imagen, sus posibilidades personales, sus defectos y virtudes, tienen en el Exterior. En definitiva, de todo aquello que constituye su intrahistoria personal. En efecto, el término intrahistoria según la Real Academia Española es una voz introducida por Miguel de Unamuno para referirse a la vida individual, que se constituye en un sumando que, agregado a otros, dará lugar a la historia más visible, a la grande historia. Distinguía este pensador la Historia oficial y los titulares de prensa por un lado, y la Intrahistoria por otro, de forma que esta última estaba constituida por todo aquello que, ocurriendo realmente, no llegaban a publicar los periódicos. Son, pues, los avatares particulares de nuestros nacionales los que señalaremos aquí estableciendo las limitaciones y dificultades actuales que, a nuestro juicio, se pueden encontrar los españoles -ellos y ellas-, derivadas de la existencia de la leyenda negra sobre España en el mundo globalizado de hoy. 

          Empecemos por las denominaciones –tan importantes- a modo de ejemplo general. Iberoamérica no es considerada por los organismos internacionales como pertenecientes al llamado “Mundo Occidental”, de forma que los países hispanoaméricanos no forman parte de “Occidente”, y me consta que en el Real Instituto Elcano, el importante think tanknacional, les duele esta asignación impropia, pero tienen que convivir con esta nomenclatura internacional en sus estudios y en la relación con sus colegas extranjeros. Esta situación concreta es una muestra más de los efectos de la leyenda negra sobre lo español en general. Y precisamente porque existe una interrelación entre la gran historia y la intrahistoria individual se expulsa a todo lo hispánico de su lugar natural. De esta manera los naturales de estos países pierden su verdadero nombre y su origen. Son conocidos generalmente como latinoamericanos y además no forman parte del Occidente. De forma que su realidad queda desvirtuada. No olvidemos que nombrar es fundamental.          Acerquémonos a estas cuestiones paulatinamente. Las tres naves españolas que llegaron a las Indias -así nombró oficialmente la Administración española a las tierras descubiertas- al frente de Cristóbal Colón y los dos Hermanos Pinzón no recibieron el nombre de éstos como merecidamente se lo habían ganado. Obsérvese el relato final de esta exploración heroica y transcendental. Al Continente descubierto se le llama América, gracias al viajero italiano Américo Vespuccio, que visitó el Nuevo Mundo por primera vez en 1499, acompañando al gran Alonso de Ojeda, que partió de Cádiz con sus naves. Vespuccio narró sus viajes con los españoles con amenidad y su obra se tradujo a diferentes idiomas europeos dándole una gran popularidad, de forma que el cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller denominó “América”, en el mapamundi que acompañaba a una obra suya, al continente descubierto por Colón, y así quedó todo consumado. No se denominó al nuevo continente ni “Nueva España” por la nación descubridora, ni “Colombia” -sólo el actual país de este nombre le hizo el honor- por el navegante jefe de la expedición. ¡No, se le llamó América! Y para siempre.

          Sigamos con los efectos negrolegendarios sobre las personas. A veces, en determinadas exposiciones contemporáneas sobre el descubrimiento del Nuevo Mundo no se dice: Cuando los españoles descubrieron América…, por ejemplo, sino “cuando los europeos llegaron a las costas americanas…”; no hay precisión cuando no se quiere. De igual forma, se celebra el 12 de Octubre de cada año(1) en Nueva York el “Columbus Day” en recuerdo del Descubrimiento. “Naturalmente” es una fiesta… ¡italiana!, no podía ser de otra manera. La palabra “español/a” está proscrita en muchos lugares; por ejemplo, los términos “Hispanoamérica” o “Iberoamérica” están sustituidos, en España y fuera de España, por “Latinoamérica”, como ya se ha señalado, y allí ni se habla latín, ni todos son descendientes de latinos. La voz “hispano”, ¡qué extraño!, sí ha quedado vigente sólo para denominar a los pobres “espaldas mojadas” que reptan miserablemente por las orillas del Río Grande en busca del sueño americano… Por el contrario, cuando se ponen de moda determinados ritmos musicales, y todo el mundo los baila, se les denominan en los medios de comunicación internacionales como ritmos latinos. En fin, es la oscura tinta del calamar que oculta lo que quiere.

           Es evidente que la posición geográfica que ocupa España exige una política de defensa y seguridad autónomas, pues se encuentra situada en medio de intereses internacionales geoestratégicos muy importantes que exigen un poder de disuasión suficiente que garantice una seguridad nacional autónoma. Así lo pensaron los dirigentes políticos del pasado siglo, de forma que a mediados de los años 60 se llevaron a cabo las acciones necesarias para la posesión del arma nuclear. A través del “Proyecto Islero” se encauzó esta política, que ya en 1973 estaba muy avanzada. Por entonces presidía el gobierno de España el almirante Carrero, quien recibió en una visita a Henry Kissinger, secretario de estado de los Estados Unidos. A lo largo de la conversación se comentó por parte de Carrero la idea que tenía el gobierno español de poseer el arma nuclear dadas las circunstancias de aquella época, y le manifestó al Sr. Kissinger que este proyecto protegería al pueblo español y haría de España un país más importante. La contestación de Kissinger fue taxativa: “Es que España cuando ha sido importante ha sido muy peligrosa”. Cabe mayor evidencia de lo que es un efecto negrolegendario. La frase de Kissinger es muy relevante, negando al presidente español de entonces un derecho de defensa autónomo y suficiente para España. Posteriormente a esta conversación Henry Kissinger partió de España, Carrero fue asesinado, el “Proyecto Islero” fue enterrado, y más tarde, en 1987, España firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear.          

          El idioma español es casi la única lengua que distingue dos acepciones muy diferentes de la palabra “Ilusión”. Una primera acepción de esta palabra según la Real Academia Española, es: “un estado feliz y esperanzado del ánimo para acometer una determinada acción”, y, alternativamente, presenta otra acepción: “un engaño de los sentidos que lleva a una visión falsa o irreal de las cosas”. Pues bien, con la segunda de las acepciones hemos vivido y tenemos que vivir los españoles merced a los efectos negrolegendarios. La leyenda negra ha tratado de convencernos de que la Conquista y Civilización de América fue sólo… una ilusión según la segunda acepción. Pero hay más ilusiones de este tipo. Por ejemplo, la Historia y la Cultura españolas es algo que raramente se pueden compartir con extranjeros de nuestra propia tradición occidental. España y los españoles apenas existen para ellos; se comprueba que no es que desconozcan nuestra entera realidad, es que existe una absoluta ignorancia de lo español, y si hablan de ello en alguna rara ocasión lo muestran desvirtuado e irreconocible. No saben nada, ni del presente ni del grandioso pasado en el cual nuestro país fue rector de la Historia. Fue el primer Imperio Universal. Para ellos, culturalmente, el Egipcio Faraónico, un espacio pequeño y desaparecido hace más de dos mil años, se encuentra más presente en nuestro mundo que España, que fue un imperio hegemónico en el orbe hace poco más de doscientos años. Y si se habla de imperios, se mencionan el de Alejandro Magno, con su excursión asiática que duró apenas tres lustros, y por supuesto, también se habla largo y tendido del imperio romano y con razón. También se mencionan habitualmente otros imperios como el persa, el de Attila, el de Genghis Khan, y el imperio Otomano, pero tras ellos se pasa directamente al imperio británico, saltándose más de 300 años, que en su mentalidad aparecen libres de imperios. Sí, los efectos de la leyenda negra nos hacen sufrir una “ilusión”, según la segunda acepción, sobre nuestra historia a cada uno de los españoles al hablar con extranjeros, al leer sus periódicos y libros, al ver sus reportajes y documentales televisivos sobre temas diversos en donde lo español está cegado. Somos una nación sin reflejo en la historia a la vista del conocimiento que muestran muchos extranjeros sobre ella, y cuando aparece reflejada, lo hace sobre un espejo que muestra unas imágenes tan distorsionadas y esperpénticas que nos dejan perplejos.

          El panorama español según lo presentan muchos medios de comunicación foráneos es tan parcial y desinformado que es preferible evitar su lectura o visión para no alcanzar grandes dosis de estupor e indignación.          También el cine, ese importante medio de influencia social que el mundo anglosajón domina como nadie, y que le permite reescribir positivamente sus propias historias a su gusto e interés particular, y que, a veces, aprovechan para reescribir la española según el estereotipo establecido siguiendo el canon que han impuesto. Y decimos a veces, porque lo normal para el caso español es el velado sistemático cuando no la distorsión. Piensen cuántas ocasiones aparecen cinematográficamente los imperios asiáticos que hemos mencionado antes y, además, distinguiéndoles con papeles protagonistas épicos y hasta con cierto respeto estético. Por el contrario, no verán ustedes nunca un episodio sobre el Imperio Español con la grandeza propia del imperio más longevo de la historia después de Imperio Romano, pero mucho más grande. A lo sumo verán aparecer un supuesto y desconocido “virrey” bastante moreno y con el cabello acaracolado. Otro ejemplo sintomático: Hace muchos años –era yo muy jovencito- vi una película de John Huston, La Reina de África, con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn. En ella Bogart mencionaba tangencialmente a España como “ese pequeño país”; me quedé perplejo al oír aquel comentario, no lo entendía, ¿cómo podía calificar así a España? Pasado el tiempo lo entendí perfectamente. 

          Y es que el cine, el llamado Séptimo Arte es, además, una industria y, sobre todo a nuestros efectos, uno de los poderes blandos más efectivos de un país.  El cine, pues, es un potente creador de imágenes positivas y de prestigio de la nación que lo produce. Quién posee una gran industria cinematográfica gana dinero con ella y, además, influye en la opinión social internacional, exporta ideología y modelos de vida, señala cánones, mueve voluntades, prestigia o desprestigia a voluntad, marca tendencias, reescribe el pasado, explica y puntualiza el presente y hasta establece el futuro. Es el cine una poderosa máquina de propaganda y de fijar la Verdad, es decir, su verdad. Pues bien, el cine autóctono no ha prestado en España ningún servicio contra la leyenda negra española, al contrario muchas veces ha ido a favor de ella. Bien es verdad que nuestro cine se ha encontrado con una  historia nacional de enormes proporciones y pletórica de épica, y, como es conocido,  cuando no se sabe manejar la grandeza queda siempre el recurso del frío plato del “costumbrismo”. Sin embargo, nuestro país ha tenido que sufrir el desprestigio que el cine foráneo se ha encargado de imponer sobre nosotros; eso sí, las pocas veces que ha rozado un tema español. Por otro lado, ese cine internacional  ha contratado escasas veces a actores españoles –fuera de coproducciones o de rodajes realizados en España- y siempre para personajes carentes de verdadero carácter y sin lucimiento ninguno. Comentaré que en la famosa película “Desayuno con diamantes” aparece un apuesto actor español, José Luis de Vilallonga; pues bien, lo convierten en un millonario brasileño, y en los títulos de crédito le quitan su nombre propio y aparece simplemente como Vilallonga. Todo muy sutil, pero efectivo: ¡Nunca nada español! Si no existieran los efectos negrolegendarios, las actrices y los actores españoles serían contratados como tales e indudablemente serían mejor pagados porque tendrían acceso a mejores papeles y ganarían más premios y reconocimientos.

        Si nos fijamos en el mundo de la literatura, se observan igualmente los efectos negrolegendarios, pues poseyendo el segundo idioma más hablado del mundo -un idioma “supercentral” hoy, y que fue el idioma “hipercentral” en el pasado, según las clasificaciones técnicas sobre las lenguas del mundo- y la más elevada literatura de la historia, no se reconocen a los grandes autores del pasado y casi ni se les nombra. Ahí tenemos el caso del recientemente fallecido crítico estadounidense, emigrado de Rusia y de origen judío, Harold Bloom, el hacedor de cánones, que solventa a Cervantes con dos páginas y le dedica 36 a Hemingway. Evidentemente, si los escritores españoles contemporáneos tuvieran debidamente reconocida la estirpe literaria de la que proceden tendrían mayor mercado y se les prestarían más atención.          En el mundo del arte ocurre algo parecido. Además de Velázquez, Murillo, Goya y Picasso hay todo un mundo del máximo interés que debe ser reconocido, pues no en vano España posee el segundo patrimonio histórico-artístico del mundo, sólo superado por Italia. Pero los efectos negrolegendarios están también presentes para desconocer y velar ese patrimonio magnífico. Ahí aparece también Kenneth Clark, un británico, que en su historia de la civilización y del espíritu europeo, presentada en libro y en televisión, desconoce absolutamente el nombre de España; exactamente ni la nombra. ¡Y ese libro se vende en nuestro país!

         Dentro del mundo del arte y de la historia existe un verdadero paradigma de lo que es un efecto negrolegendario sobre España y todo lo español. Les hablaré de tres estudiantes que coincidieron en la Universidad de Alcalá de Henares durante los primeros años de la década de 1560. Ellos eran Don Carlos, hijo y heredero del rey Felipe II, su tío Don Juan de Austria y su primo Don Alejandro Farnesio. Los tres alegres estudiantes de Alcalá estaban destinados por su cuna a dirigir un imperio. Pero no todos alcanzaron la gloria a la que estaban destinados. Don Carlos, a través de una vida de excesos y sinrazón, vio como llegaba la muerte en plena juventud en el caluroso verano de 1568. Los otros dos jóvenes sí cumplieron sus destinos previsibles. Don Juan conoció “la más alta ocasión que vieron los siglos” como almirante general de las Escuadras de la Liga Santa que alcanzaron la victoria en la Batalla de Lepanto contra la marina otomama, y asimismo fue general de los Tercios y gobernador de Flandes, de forma que la muerte le alcanzó después de la gloria, en 1578. Por último, su sobrino, Don Alejandro, duque de Parma, también siguió el camino de Don Juan de Austria tanto en Lepanto como en la Gobernación de los Países Bajos españoles, convirtiéndose en el estratega político y militar más importante de su tiempo. Murió el duque de Parma en 1592 envuelto en la admiración de sus ejércitos, rendidos ante su genio militar y su bravura personal en el combate, lo que le llevó a recibir el apelativo del “Rayo de la Guerra”. 

          En definitiva, dos vidas gloriosas para los dos últimos y un triste destino vital para el primero. Sin embargo, Don Carlos, el hijo de Felipe II, se encuentra mucho más presente en nuestro tiempo a nivel mundial que los otros dos héroes de la guerra y el honor. ¿Cómo ha sido esto posible? Pues gracias a la inspiración artística de Verdi, con su ópera “Don Carlos”, y de Schiller, con su drama de igual nombre. Eso sí, el italiano y el alemán tuvieron que establecer el argumento y el desarrollo de la vida de Don Carlos, que le harían inmortal, mojando su pluma en la turbia atmósfera sofocante y desvirtuada de la leyenda negra española.          Es conocido el hecho que los reconocimientos internacionales en las “ciencias duras”, si bien sobre una base indiscutible de méritos constatados y contrastados suficientemente, dependen en última instancia de decisiones subjetivas. ¿Por qué se quedaron en el pasado a las puertas del Nobel científicos españoles como Blas Cabrera, Pío de Río-Hortega, Arturo Duperier, Jaime Ferrán, José Gómez Ocaña o Augusto Pi i Sunyer? ¿O qué pasará con Manuel Arellano que lleva ya dos nominaciones al Nobel de Economía entre los años 2018 y 2019? Esperemos, por su bien, que los efectos negrolegendarios que están presentes en el inconsciente colectivo de más allá de los Pirineos, queden por una vez desactivados. Pero, ¿Y el caso de Cajal al concedérsele el Nobel? Aquello fue un caso extraordinario en todos los sentidos, porque Cajal sigue siendo el científico más citado en las revistas más prestigiosas después de Einstein, y tras llevar muerto casi noventa años.

Dejemos las “ciencias duras” y vayamos a los “poderes blandos” de un país entre los cuales destacan los grandes deportes de competición. El mundo del deporte, siendo un acontecimiento de gran importancia sociológica y política en nuestro tiempo, forma parte también de la “intrahistoria” de los que lo viven profesionalmente y en la de los que lo siguen con pasión. También aquí juega la leyenda negra cuando puede. Cierto es que cuando el triunfo se alcanza través de un cómputo cuantitativo, el resultado es indiscutible. ¡Y ahí, a quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga! Pero cuando lo cuantitativo no juega sino que son las apreciaciones cualitativas -y por tanto subjetivas- las que imperan, las puertas de los galardones se cierran para los españoles. Un ejemplo. El futbol español ha reinado absolutamente durante una década. Ha ganado todas las más importantes competiciones del mundo tanto en Selecciones Nacionales como en Clubes. Pues bien, ¿cuántos premios individuales “Balón de Oro” o “Bota de Oro” ha ganado? ¡Ninguno! Y es que en estos galardones es la decisión subjetiva de los otorgantes de los premios la que impera. Así de claro es y teniendo jugadores, además, de la calidad de Andrés Iniesta, Xavi Hernández o Sergio Ramos, entre otros. 

          Y es que en las vidas personales se advierte que la igualdad de oportunidades que debe darse, los méritos exigidos para el acceso a puestos de trabajo o para alcanzar determinados papeles en nuestro mundo globalizado, los españoles necesitan ofrecer un siempre “plus” para ganar, triunfar o alcanzar el prestigio que no necesitan mostrar otros nacionales del mundo occidental. Ese “plus” es el peaje que hay que pagar por el sambenito de que España y los españoles actuales somos los herederos de un país anómalo y pintoresco dentro de Europa; aunque tan grande y tan glorioso en el pasado  -añadiré yo- que despertó la envidia y la ira de los que querían disputarle su hegemonía. Por ello sus enemigos desvirtuaron la realidad española y la sembraron a través de la propaganda de mentiras y calumnias que siempre quedan. Esa atmósfera errónea y mal intencionada caló en las mentes de sus nacionales y fue traspasándose poco a poco de los panfletos y los libelos hasta a los libros de historia y también a la sociología popular. Pero el mayor mal es que esa carga pesada y falsa fue asumida por una gran parte de los españoles que equivocadamente la hicieron suya. Bien. Esta es la cuestión que subrepticiamente empapa y ciega la vida de los españoles, aunque haya algunos que la niegan o no la ven. En cualquier caso sería bueno terminar de una vez con este estado de cosas. No podemos seguir pagando billete de primera para ir en tercera, como dice Roca Barea. Y esto es lo ocurre cada día en la vida de los españoles en general y de forma particular en aquellas profesiones y actividades relacionadas con el exterior como es el caso de los jueces, artistas, científicos, deportistas, funcionarios, empresarios y simples viajeros. También en la propia España se padece la herencia negrolegendaria, dónde se observan ciertos aires de superioridad y abusos inaceptables por parte de algunos turistas que nos visitan. El método para acabar con esta situación está inventado ya, y consiste en desarrollar y dar un mayor conocimiento y difusión de los denominados “Poderes Blandos” de España; aquellos que promueven un incremento del prestigio y la reputación de nuestro país, es decir: la Cultura, la Historia verdadera, el Arte, el Pensamiento y el Conocimiento científico desarrollado a lo largo de los siglos, y también el mundo del Deporte, que tanto predicamento tiene en el mundo de hoy como hemos señalado antes. A su vez es preciso estructurar ese mensaje a través de las técnicas propias de nuestro tiempo, de forma que la acción contra los efectos negrolegendarios sea verdaderamente eficaz. Para ello se precisa patriotismo, inteligencia, voluntad y persistencia en la acción. De manera que, junto a las acciones públicas y la labor académica general, sean los propios españoles individualmente los que tomen conciencia de un problema que tanto les atañe, aunque no lo crean y, cambiando de actitud, se enfrenten a él. Los españoles de hoy deben querer volver a ser importantes en el mundo. Y ese querer es el principio imprescindible para derribar a leyenda negra. El prestigio colectivo de éxitos continuados en el presente ahogaría por fin a la terrible Hidra de Lerna moderna que ha limitado y perjudicado la vida de todos los españoles. 

          Una de las últimas manifestaciones antiespañolas -especialmente desarrolladas por periódicos y analistas internacionales, mayoritariamente anglosajones- nos situaban entre los “PIGS” por nuestra pobre economía y vida estabular sin empuje. Sin embargo, no nos miraron siempre así y es importante recordarlo aquí. Pondré algunos ejemplos; el primero, en el tiempo en que se estaba gestando la leyenda negra, y los siguientes cuando España ya había perdido el Imperio y transcurría por el camino de la irrelevancia:

  El cortesano y escritor francés Pierre de Bourdeille, señor de Brantôme, decía de los españoles en el siglo XVI: “Considerad, si os place, con quiénes fueron a equipararse (con los legionarios romanos) (sic)…Por las palabras de este soldado, vemos cómo los soldados españoles se han atribuido siempre la gloria de ser los mejores entre todas las naciones. Y, por cierto, no les falta base para tal opinión y confianza, porque a sus palabras les han acompañado los hechos. Pues son ellos los que en los últimos cien o ciento veinte años han conquistado, por su valor y su virtud, las Indias Occidentales y Orientales, que forman un mundo completo. Ellos que…” Y sigue Brantôme mostrando el ánimo y entereza de los españoles a lo largo del ancho mundo.

  El filósofo alemán, Arthur Schopenhauer nos ofrece otro ejemplo en el siglo XIX, cuando dice de los españoles: “Por eso son tan raras, y quizás no se encuentren más que entre los españoles (o a lo más entre los ingleses) las personas que no pierden la cabeza ni aun en las circunstancias más favorables para producir excitación. Estas personas analizan impertérritos el asunto, y mientras otros se hallarían fuera de sí, ellas formulan con mucho sosiego alguna pregunta nueva acerca del caso de que se trata.”

  El escritor americano Washington Irving, a mediados del siglo XIX, en su libro sobre el descubrimiento y la conquista de América describe así a los españoles: “Las extraordinarias obras y aventuras de estos hombres, además de rivalizar con las hazañas recogidas en las novelas de caballería, poseen el interés añadido de veracidad. Nos dejan admirados por la valentía y las cualidades heroicas inherentes en el carácter español que llevaron a esa nación a un punto tan elevado de poder y gloria”.

-El filósofo e historiador francés Hippolyte Taine escribe sobre los españoles en el siglo XIX: Hubo –dice Taine- un momento extraño y superior en la especie humana. De 1500 a 1700, España es acaso el país más interesante de la Tierra. -El último ejemplo procede de un inglés, el gran músico y musicólogo Philip Pickett, quien hablando hace pocos años de la música antigua española, señaló: “Siempre he sentido una gran atracción por esta música, que para mí es un perfecto reflejo de este pueblo. Tiene pasión, emoción, color, y es al mismo tiempo una música de gran sensibilidad, aristocrática. En ella encontramos a Don Quijote y Sancho Panza, el carácter fuerte de los españoles. No hay más que ver su pintura, su poesía, su arquitectura, su diseño actual, … y lo mismo ocurre con la música.” ¡Atendamos exclusivamente a lo que ha dicho Pickett sobre España, olvidando su vida particular! 

          He recogido estos ejemplos que muestran una positiva visión foránea sobre lo español, confirmando cómo la antigua grandeza de España no podría explicarse si no hubiese habido detrás un carácter nacional solvente, tenaz y reflexivo. También se resalta con ello, que lo que advirtieron algunos no quisieron reconocerlo ni admitirlo muchos. De esa negación a admitir la verdad nació la Leyenda Negra española.

De abanderado de la República a morir frente a un pelotón de milicianos

Por Pablo González-Pola de la Granja

Para La Razón, Memoria e Historia

En la madrugada del 25 de agosto de 1936 caía bajo las balas de un pelotón de fusilamiento formado por milicianos, el capitán de Ingenieros Pedro Mohíno Díaz. Pudo ser en la propia cárcel Modelo de Madrid, donde el día anterior se había celebrado el juicio sumarísimo, o en la cercana Ciudad Universitaria.

Tan sólo cinco años antes, el entonces teniente Mohíno se había convertido en adalid abanderado de la II República española gracias a una foto publicada en la casi totalidad de la Prensa española. La instantánea, captada por el joven fotógrafo Alfonso Sánchez Portela en una abarrotada Puerta del Sol, recogía a un grupo de personas encaramadas en un camión entre las que destacaba un militar, vestido de uniforme, que enarbolaba la bandera tricolor republicana. Era la tarde del 14 de julio de 1931 y la citada fotografía se convertiría en un icono del nuevo régimen y en uno de los primeros documentos de la llamada fotografía social. Además, de alguna forma, simbolizaba el apoyo del Ejército a la situación creada tras las elecciones municipales celebradas dos días antes.

Pero, ¿qué hacía el teniente Mohíno subido en el camión con la bandera y rodeado de exaltados republicanos? De las tres hipótesis que plantea el investigador Rafael Álvarez; que fuera miembro de alguna asociación republicana militar, que lo hiciera a instancias de algún amigo repúblico o que fuera un acto espontaneo, está última es la que más se acerca a la realidad. Hoy lo podemos confirmar gracias a las memorias inéditas del general Manuel Díez Alegría. José Mohíno y Manuel Díez Alegría coincidieron en la Academia de Ingenieros de Guadalajara en 1923. Un año mayor, Mohíno era alumno de segundo curso, perteneciente a la 109 promoción, mientras Díez Alegría lo era de primero, encuadrado en la 110 promoción de la Academia.

Cuenta Díez-Alegría como aquel 14 de abril, estando en casa de sus padres, en la calle Infantas, paralela a la Gran Vía, alguien dijo que habían colocado una bandera republicana en el Palacio de Comunicaciones de la plaza de la Cibeles. Quiso comprobarlo y al desembocar en la Gran Vía se encontró con dos compañeros de la Academia de Ingenieros, Emílio Hernández Pino y Antonio Población. Estos le contaron que un rato antes bajaban por la calle en compañía de José Mohíno cuando un grupo de exaltados republicanos al verles de uniforme prorrumpieron en gritos en favor del ejército republicano. Mohíno, sin pensárselo dos veces, se unió al grupo entusiasmado por la emocionante atmosfera que reinaba.

La trayectoria profesional de Mohíno antes y después de proclamarse la República nos permite trazar la figura de un excelente oficial del cuerpo de Ingenieros, atento a su trabajo y muy bien considerado por sus jefes, según consta en las anotaciones de estos en su hoja de servicios. Tanto los ingenieros como los artilleros sintieron una gran decepción con don Alfonso XIII, al que consideraron responsable de no haber frenado los intentos del general Primo de Rivera por acabar con la escala cerrada de ascensos. Era esta una costumbre muy arraigada en los cuerpos técnicos facultativos por la cual no se admitían más ascensos en el escalafón que la rigurosa antigüedad. Primo de Rivera firmó las dos últimas disoluciones del Cuerpo de Artillería, con lo que se exacerbó su disgusto con el régimen monárquico al que consideraban, como muchos militares de otras armas y cuerpos, agotado.

El teniente Mohíno hace el prescriptivo juramento de fidelidad a la república y en 1935 decide ingresar en el Cuerpo de Guardias de Asalto, organizado y dirigido hasta este año por el teniente coronel Agustín Muñoz Grandes. Posiblemente no se encontró muy a gusto en esta politizada unidad, porque aprovechando su ascenso a capitán vuelve al de Ingenieros, integrándose en la plantilla del Batallón de Zapadores Minadores nº7, con sede en Salamanca.

El levantamiento del 18 de julio de 1936 coge al capitán Mohíno, con su Batallón, en Alcalá de Henares, donde se había dispuesto el traslado de su Batallón tras la salida de los dos regimientos de Caballería de guarnición en Alcalá, debido a los frecuentes enfrentamientos entre militares y personal civil. Junto con el Batallón de Zapadores, fue trasladado a Alcalá de Henares el Batallón Ciclista procedente de Palencia. Nos cuenta Rafael Álvarez, como en los días inmediatos al 18 de julio, la guarnición militar alcalaína se subleva y el capitán Mohíno se encarga de arengar a la tropa y formar, el 20 de julio, la columna que trata de poner orden en Alcalá de Henares. Mohíno se pronuncia al grito de “¡Viva España! , ¡Viva la república! y ¡Viva el Ejército Honrado!”. Poco durará la sublevación, porque, fracasado el alzamiento en Madrid, el día 21 se presenta en Alcalá una columna al mando del coronel Puigdengolas, a quien rinde sus fuerzas Mohíno. Pese a los esfuerzos del coronel, que había pactado la rendición pacífica, los milicianos a su cargo asesinaron a dos oficiales de Ingenieros sublevados. Habiéndose producido una masacre si, pistola en mano, Puigdengolas, no lo hubiera evitado. Por cierto, que así, asesinado por sus propios hombres, moriría Puigdengolas en octubre del mismo 1936 al intentar sofocar una desbandada de milicianos en el frente de Parla.

Trasladado a la cárcel Modelo de Madrid, Mohíno sería juzgado y ejecutado el 25 de agosto de 1936.

El caso del capitán Mohíno Díaz es un claro ejemplo de la actitud de los mandos militares ante la segunda experiencia republicana en la historia de España. Acogida con más disciplina que entusiasmo, pero con sincero acatamiento en general, los problemas de orden público y los conatos separatistas, fundamentalmente, fueron inclinando en su contra a buena parte de los jefes y oficiales.

https://www.larazon.es/memoria-e-historia/20210325/pxxzjjsvends7eimjqvje42fta.html

Primavera, tiempo de renacer

Editorial

Si preguntamos a un asiático culto acerca de cómo los vemos nos dirá que, en general,  los conocemos más bien poco y que no nos vendría mal entender el papel del confucianismo o de los Vedas en su vida personal y  social. Es probable que nuestro interlocutor prosiga explicando que él  sabe bien que las raíces occidentales son cristianas. Quizás añada que ser conscientes de nuestra  herencia griega y latina también les ayuda a entendernos mejor que nosotros a ellos. 

Un estudio somero de China, por poner un ejemplo, nos lleva a concluir que su florecimiento económico, educativo y tecnológico así como su gigantesco  éxito reduciendo su pobreza interior, no habrían sucedido sin  la pervivencia de sus viejas creencias y valores. Precisamente sobre la cuestión central de la familia confuciana entró en profundidad Fukuyama en su obra  “Trust”,  recordando que Mao no consiguió destruirla y que la prosperidad  actual no es comprensible sin la fortaleza de sus familias como núcleo de su sociedad civil. 

Por el contrario, en lo que a nuestra cultura se refiere, no pocos pensadores independientes occidentales   nos vienen hablando desde hace tiempo de una civilización que se está muriendo –suicidando, dicen los más actuales como Murray–.  

Toynbee, tras analizar el ciclo vital de muchas culturas ya muertas,  constató la causa: cayeron en manos de élites estériles. Las que extraen de la sociedad mucho más de lo que aportan.  Estas élites, observa el historiador,  son conscientes de la situación y de su incapacidad, se sienten amenazadas y  tratan de cambiar sus sociedades para preservar su poder. En no pocas ocasiones esto incluye el largo proceso de reemplazar sus poblaciones por gentes de otras culturas que creen más manejables.  

Desde otra acera ideológica los personajes de una obra de Bertolt Brecht, gobernadores de varios territorios, hablan de su trabajo en torno a una mesa  en  una especie de Mini-Davos. Uno de ellos dice apesadumbrado que ha perdido la confianza en sus súbditos. A lo que el resto de mandatarios,  entre sonrisas solidarias, responde que no se preocupe; que la solución es “cambiar de súbditos”. Algo que nos suena familiar porque lo estamos viviendo directamente sin apenas darnos cuenta. 

Para percibir las sutilezas y la constancia de este proceso hay que ir unas décadas hacia atrás. Por ejemplo, la hoy casi completa desaparición del Latín y del Griego en la enseñanza europea fue establecida  como objetivo estratégico por Antonio Gramsci  a finales de los años treinta y difundida  por el Partido Comunista Italiano primero, por gobiernos de izquierdas europeos después y finalmente conseguida en este siglo sin que se sepan muy bien las razones  ni a qué coste. Afortunadamente el por qué nos lo aclara el propio Gramsci en su obra  “Gli intellettuali e l’organizzazione della cultura”: para evitar que generaciones sucesivas asuman con naturalidad y desde la juventud sus raíces clásicas.  Es evidente que alguien nos prefiere sin raíces y cada vez más divididos. El latín, recordemos, era la lengua de muchas tesis de doctorado europeas hace solo ochenta años. Hoy, “conviene” que desaparezca.

En 1965, Wolff, el sociólogo colaborador de Moore y de Marcuse, nos brindó,  en “A critique of pure Tolerance”,   otra razón  para debilitar el papel de la familia occidental: si no se rompe el crisol de la familia va a ser imposible para el sistema escolar modificar los comportamientos dado que los rasgos culturales más importantes se forjan en el seno familiar por mímesis. 

Nuestra historia reciente está plagada de este tipo de “señalamientos” desde muchos e insospechados frentes hasta llegar al paroxismo de los movimientos Woke y Cancel que ya dominan buena parte de nuestras instituciones como, por ejemplo,  el mundo universitario de los EEUU sometido hoy a una censura que de hecho destruye hasta la posibilidad de la búsqueda de la verdad. Todo ello refuerza la pérdida occidental de liderazgo moral y nos descalifica para jugar este papel en el mundo al mismo tiempo que, como estamos viendo,  nuestros problemas económicos son cada vez más graves y profundos.

Lo que resulta ser todo un enigma es la pasividad de la Sociedad Civil ante ambos fenómenos: la agresión cultural desde dentro y la innegable pauperización.  Y no podemos alegar ignorancia porque Laclau y Mouffe ya nos explicaron perfectamente  su programa de demolición en “Hegemony and Socialist Strategy”  en 1985. 

Los estorbos y Jovellanos

Periódico La Razón – Dinero y Negocios

Javier Morillas

7 de marzo de 2021

Jovellanos denominaba «estorbos» a todos aquellos elementos y actitudes «de índole moral o derivados de la razón» que obstaculizaban el mayor desenvolvimiento económico de España. Y cuando se cumple el CCX aniversario de su fallecimiento, la Facultad de Económicas y el Instituto de Estudios de la Democracia del CEU, impulsan, junto al apoyo de otras instituciones, la colocación de una réplica de la estatua que aquel gran estadista y pensador tiene en su Gijón natal.

Esos estorbos en forma de trabas burocráticas, arbitrismos, proliferación de gabelas e impuestos, intromisiones públicas en la actividad ciudadana, elevado déficit público y endeudamiento, leyes contractivas o desincentivadoras de la producción… eran «fruto del desconocimiento general de la ciencia de la economía», que consideraba «la más importante y más esencial de todas». Y que hoy nos presenta un paro juvenil del 48,1% en términos interanuales. Muy superior al de la mayoría de países europeos. Lo que no es nuevo. Incluso en los años 2000 los parados jóvenes excedían nuestra media de parados, que la crisis financiera acentuó. Aun cuando entre 2000 – 2020 ha habido una gran contracción de los jóvenes entre 16-34 años, disminuyendo en un 27% (-2,2 millones), afectando a todos sus grupos de edad: caída del 44%, 26% y 13% para las franjas entre 16-24 años, 25-29 años, y 30-34 años respectivamente. Algo tiene que ver también el olvido del impulso pionero a la formación profesional –hoy replanteada– del ilustrado asturiano «prefiriendo la práctica a la teoría».

Seguridad laboral

Periódico La Razón – Dinero y Negocios

Javier Morillas

28 de febrero de 2021

En Bilbao está desde hace 25 años la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Y la semana pasada tuvieron lugar allí unas jornadas internacionales cofinanciadas por la Comisión y el Centro Español para Asuntos de los Trabajadores, CEAT, homónimo del europeo EZA con sede en Alemania, para analizar cómo hacer los lugares de trabajo europeos más saludables, seguros y productivos.

En ellas se expusieron los objetivos estratégicos actuales de la Agencia por Marta Urrutia, mostrando cómo cuando las empresas deciden invertir en mejorar sus instalaciones y entorno, mejora la salud de los empleados, se pierden menos horas de trabajo, mejora el ambiente laboral y sube la productividad. Sin embargo, la crisis provocada por la pandemia ha supuesto una parálisis de muchas de esas inversiones. Y cómo junto al teletrabajo quedarán secuelas, consecuencia del mayor paro, problemas psicológicos, y «un mañana que empezó ayer», como señalaron María Reina (Portugal) y Piergorgio Sciaqua (Italia).

En la mesa que me correspondió moderar con representantes de Unión Sindical Obrera, Eslovaquia, Rumanía, … destacó la intervención de Aneta Szczykutowicz (Polonia),señalando una triple perturbación: corporal (más obesidad, sedentarismo, …), mental (ansiedad, depresiones,…) y espiritual (pérdida de esperanza, del sentido de comunidad, de fe…). Y cómo en estudios de la Universidad de Varsovia se había deducido que la pandemia nos hace más frágiles, pero que el sistema se debilita menos y se torna más inmune en las personas más religiosas. Una interesante línea de investigación dentro de la Unión Europea.

China y la industria del juego: traer el negocio a Macao

Periódico La Razón España

Manuel Sánchez Cánovas

26 de febrero de 2021

Los viajes de placer a casinos del extranjero por parte de ciudadanos chinos acarrean una sangría de divisas para la República Popular China. Pekín los está limitando, lo que puede tener importantes consecuencias financieras para las naciones vecinas del Sudeste Asiático. Otra razón para reconsiderar su gran dependencia económica del gigante asiático.

El juego, verdadera pasión entre los chinos, es ilegal en la República Popular, pero está autorizado en Macao, Hong Kong y Taiwán, lo que provoca salidas de capital del orden de 150.000 millones de dólares anuales. Dada esta extraordinaria magnitud, Pekín ha tomado cartas en el asunto: En 2020, 35.000 chinos fueron acusados de crímenes relativos al juego transfronterizo; además, el pasado agosto se anunció la inminente publicación de una lista de casinos vetados en el extranjero. Serían aquellos destinos que puedan «hacer peligrar la propiedad y la seguridad personal de ciudadanos chinos» según The Diplomat.

Pekín también amenaza a aquellos extranjeros que quieran organizar en
China viajes al exterior para jugar con penas de hasta 10 años. Tras un año terrible por la pandemia, el sector empieza a resentirse. Los analistas
del Grupo Genting hablan de que los niveles de negocio post pandemia en Singapur, no se recuperarán en 2021 por la ausencia de jugadores VIP de la República Popular, y de una caída del 90 por ciento de sus beneficios.

Genting comparte el duopolio del juego con el grupo Sands en Singapur, dueño del casino con forma de barco Marina Sands, edificio emblemático, extraordinario, de esta afluente ciudad Estado, centro financiero y fiscalmente amable para millonarios. Además, es famoso por Genting Highlands, en las bucólicas montañas de Malasia, donde gracias a un acuerdo con el Estado de Pahang, se permite jugar a chinos, indios y extranjeros aunque esté prohibido en la religión musulmana, mayoritaria del país. De allí se recuerdan situaciones de otros tiempos, de asesinatos por deudas de juego y mafias chinas (triadas), o de suicidios de chinos de la Diáspora arruinados. Hoy sin embargo, Malasia es un país seguro, relativamente serio y organizado. Y en Singapur, país número uno a nivel mundial en términos de Seguridad jurídica y personal, resultaría imposible.

Más o menos fundadas existen bastan- tes leyendas sobre el juego en el mundo chino. Los grandes «padrinos» de Macao, Hong Kong y el Sudeste Asiático –como Stanley Ho y su Casino Lisboa en la excolonia portuguesa–, en algunos casos obtuvieron licencias para sus empresas en el pasado, a través de cierta simbiosis entre familias de políticos indígenas e intermediarios de minorías étnicas, a modo de «padrinos». Unas quinientas de estas familias controlan la economía de la ASEAN. Sin embargo, estos negocios se diferencian nítidamente de aquellos en países muy pobres como Camboya o Myanmar bajo fuerte influencia política de Pekín. Aquí el turismo de China no son generalmente VIPs, y el juego viene aparejado a la prostitución, tráfico de drogas y otros ilícitos. Se trata en muchos casos de negocios de inmigrantes de la RP China, relacionados con el expolio de recursos naturales del Mekong, orientados a turistas y la misma comunidad inmigrante china. Vietnam y Filipinas, menos pobres, también se ven afectados.

Por tanto, si el dinero del juego chino no afluyera al Sudeste Asiático, el destino beneficiado sería Macao, bajo control de Pekín. De hecho, el fallecimiento del millonario americano Sheldon Adelson- abre la puerta –para Reuters– a la posibilidad de que inversores continentales, compren participaciones en su empresa, la Sands China Ltd. Este sería un factor estratégico para congraciarse con los mandarines comunistas, y mantener a la Sands en este rentabilísimo mercado, ya que las licencias de los casinos en Macao expiran en 2022. Así, Pekín retendría una mayor parte de la salida de divisas por juego en su propio territorio. En el marco de la guerra comercial con EEUU, y después de que China suprimiera la Independencia Judicial y Derechos Humanos en Hong Kong, todas las grandes americanas – Wynn, MGM, la propia Sands y otros – con enormes casinos en Macao, verían tremendamente dañados sus intereses con la retirada de sus licencias.

La visión de Sheldon, famoso por su fallido proyecto en España, Eurovegas, fue fundamental en la transformación de Macao. De centro para el juego duro y el vicio a paraíso para congresos, convenciones y parque temático de juegos, con alcance familiar, seguro y limpio, cuya cifra de negocios supera a la mismísima de Las Vegas. Aunque también de paso en aquella transformación se acabara con importantes espacios históricos, culturales y naturales en la mayor ciudad con esencias hispanolusas en China.

Golpe en Birmania: la Premio Nobel, otra vez detenida

Periódico La Razón España

Manuel Sánchez Cánovas

12 de febrero de 2021

La líder de la Liga Nacional para la Democracia de Myanmar, Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz que pasó años de arresto domiciliario por su oposición a la dictadura que gobierna la antigua Birmania, ha vuelto a ser detenida tras ganar las elecciones. El Gobierno denunció los resultados como fraudulentos, aunque haya obtenido el 80% de los escaños con un 70% de participación, y aunque la misma Junta Electoral haya confirmado que las elecciones han sido limpias.

Para empezar, Aung San no es la líder de facto del país, ya que necesita la colaboración del elemento castrense para gobernar, al controlar estos un 25% de los escaños del parlamento, así como los ministerios fundamentales del Gobierno, nominalmente encabezado por la Liga, pero, en realidad, dirigido por militares.

La estrategia de largo recorrido de colaboración de la Nobel con la dictadura para traer la democracia a Birmania, buscando paz y estabilidad, se manifestó en su postura neutral ante el conflicto en el Estado de Rakhine (Arakán) entre los rakhine (budistas) y la mayoría rohingya (musulmanes). Una estrategia también visible en la profesionalización de la administración pública, donde se consiguió apuntalar el poder civil.

Aung San sufrió el desprecio internacional por su neutralidad
y se habló incluso de retirarle el Nobel. La paciencia, entereza y diplomacia que ha mostrado esta mujer, contra viento y marea, merecerían otro premio. Con la dictadura encima, Aung San difícilmente hubiera podido poner en marcha políticas humanitarias para ayudar a los Rohingya: Leyendo entre líneas sus declaraciones, en clave del Sudeste Asiático, se sobrentendía una solución de compromiso calculada para defender los intereses generales del país desde dentro, y no ofender al poder castrense, desencadenando situaciones aún más violentas. En entornos culturales de alto contexto holista, altamente jerárquicos y asianistas, una reacción contra líderes incuestionables en favor de los rohingya, podría haber acarreado consecuencias impredecibles.

La expulsión de los 200.000 rohingya de Arakán a Bangladesh se amplificó en las organizaciones de Derechos Humanos, exagerando intencionadamente las acciones contra los musulmanes. Es decir, se utilizó que Aung San no se opusiera al Gobierno militar estratégicamente para avanzar los intereses globales de la Umna islámica en Arakán, una de las regiones más pobres del mundo: otra «nueva Palestina» que realzara la imagen victimista de otra nueva comuni- dad islámica más, agredida en Sudeste Asiático.

Sin embargo, y aunque había intentos gubernamentales para expulsar a los Rohingya desde antes de los años noventa, la situación en los campos de refugiados en Bangladesh no es nada buena, y la reacción del ejército contra los musulmanes fuera desmedida, esta es consecuencia de los múltiples atentados terroristas islámicos previos por parte de los mismos Rohingya. Los islámicos son muy beligerantes en la región y es su costumbre forzar a los budistas – y miembros de otras religiones – a convertirse a los rigores del Islam. De hecho, para casarse con un musulmán es necesario abandonar la propia religión. Y si no se es islámico en una región de esta naturaleza, se está sujeto a impuestos extraordinarios, (Yizia) y discriminaciones (Dhimmi).

Con todo, este sólo es un conflicto de los muchos abiertos en la complejísima y multicultural Birmania, donde persisten otros cuatro grandes contenciosos de amplio calado: El del estado Kachín, de mayoría cristiana frente a la minoría budista; el del estado Kayah; el del estado Kayin (Karen), y el del estado Shan –con el estado Wa, apoyado por la República Popular China, en su centro, una narcodictadura de tintes maoístas, que ahora también vive del juego y la prostitución.

Una vez cerradas las puertas de la ayuda de Occidente con el contencioso Rohing- ya, Myanmar necesita más que nunca la colaboración de la China comunista. Son 800.000 ciudadanos chinos los que se han establecido ya en el país para expoliar sus recursos naturales. Enemistados hasta con la misma migración china anterior, traída por los británicos antes de la Segunda Guerra Mundial, constituyen un país dentro del país; viven en sus propios barrios y con- dominios especiales, separados de la paupérrima población nativa, y con un nivel de vida bastante más alto que el de los birmanos. Un gobierno democrático iría en contra de sus intereses.

Tras las últimas elecciones, Aung San Suu habría tenido mayor poder para in- fluir en los militares y las decisiones po- líticas del país, empezando por el estatus de los Rohingya. Sin embargo, el destino vuelve a jugar en su contra.

Fuertes frente al independentismo catalán

Editorial

La abstención con un 46% del total de votantes fue la triunfadora en los comicios celebrados en Cataluña el pasado 14 de febrero. Si a esto le unimos los votos de los partidos no nacionalistas, no resulta tan claro el triunfo de los independentistas, pero, en cualquier caso, estos disfrutarán de nuevo del poder y seguirán en la senda del enfrentamiento con el resto de los españoles.

Ante el asombro de muchos de nosotros, coinciden las declaraciones de los condenados por el golpe de estado de hace unos años, con noticias sobre su posible indulto. Es una cosa completamente incomprensible, para muchos, que quienes no sólo no se arrepienten, sino que insisten en volver a delinquir, según el actual código penal, salgan beneficiados impunemente de la cárcel. 

Sin embargo, no debemos caer en la instrumentalización del debate que pretenden ganar los desleales que han utilizado, durante años, los recursos económicos entregados por el Estado para mejorar las condiciones sociales de los catalanes, en enfrentarlos con el resto de sus compatriotas. Al tiempo que algunos se enriquecían de una manera vergonzante robando a manos llenas. 

No debemos caer en esa trampa, debemos tener bien claro que Cataluña es una parte indisoluble de España. Ni por asomo podemos imaginar que los Pirineos dejen de ser la frontera natural de España con Europa. Cataluña, con la Constitución en la mano, jamás dejará de formar parte de España, jamás. Y el Estado debe ser lo suficientemente fuerte como para hacer valer el peso de la ley en este sentido. Herramientas tiene más que suficientes para ello y todos esperamos que nunca, ningún Gobierno pase a la historia como aquel que disolvió la Nación.

Y aquí no caben medias tintas, ni triquiñuelas de estado libre asociado, ni nada por el estilo. Cataluña no es una nación, no lo ha sido nunca, ni lo será jamás. Esto es lo que debemos tener todos muy claro y exigir, como hacemos ahora, al Gobierno, que cumpla con la ley, ni más, ni menos. 

La dimisión de Adolfo Suárez

El 30 de enero de 2021 el periódico El Mundo publicó el siguiente artículo:

Adolfo Suárez dimitió porque había caído desde una gran altura. Era una persona muy inteligente. Tenía una fortísima ambición política; me comentó en una ocasión que solo la de Carrillo era comparable a la suya; años después de haber dejado el Gobierno, Suárez me dijo con orgullo que siempre fichó a personas mejores que él. «Es cierto –le contesté–, éramos mejores que tú en algunos aspectos, pero tú sabías que nos ganabas en voluntad política, en aguante, en visión de la sociedad, en conexión con el pueblo, por eso no te preocupaba; en lo que realmente te interesaba como presidente, eras tú el que tenía la superioridad». Adolfo se sentía seguro de sí mismo, por eso no sentía la necesidad de eliminar a sus colaboradores brillantes.

Era monárquico-juancarlista, por considerarlo bueno para España, y también por gratitud a quien le hizo llegar a la cima. Desde el primer momento trabajó para asegurar el siguiente reinado de Felipe VI; su lealtad con el Rey, sé que le llevaba a no ocultarle lo desagradable.

Tenía un gran sentido de Estado. Para evitar estados de excepción en el País Vasco durante las primeras elecciones, me encargó una negociación con ETA. No juzgó necesario decirme los límites de nuestras cesiones (yo los conocía), pero en cambio sí que me escribió las líneas formales que yo no podría traspasar para salvar la dignidad de las instituciones.

Era un patriota. Al comenzar a redactarse la Constitución en las Cortes, todos los grandes consensos ya se habían logrado, estaban en rodaje (Corona, partidos, sindicatos, sufragio universal, ley electoral, elecciones, Parlamento bicameral, confianza del Congreso, reconciliación, pactos derechos humanos, comunicación libre, renuncia presentación obispos, Consejo Europa, solicitud a la UE, preautonomías….). Y él era su promotor y conseguidor; faltaba reflejarlos en la Carta Magna y siguió pilotándolo mediante instrucciones a los representantes de UCD. La Transición (y la Constitución) fueron su obra. Pero para hacerla perdurable, él quería que apareciera como trabajo de todos; lo hablamos un día, pensamos que una fórmula para lograr ese efecto sería condecorar a los miembros de la ponencia constitucional del Congreso. Yo fui el encargado de ir preguntando uno a uno si aceptaban la distinción (entonces temíamos que alguno lo rechazara). De ahí que no se hable del «padre» de la Constitución, sino de los «padres», marginándolo a él.

Las Fuerzas Armadas no le impidieron hacer nada de lo que proyectaba. Él tenía finura, como de orfebre, para valorar día a día lo que debía plantear sin provocar su salto.

Poseía grandes cualidades para liderar masas; en dos años y medio convocó y ganó dos referéndum, con votaciones impresionantemente positivas a su favor. Y al mismo tiempo tenía un encanto y habilidad especial para seducir y dirigir pequeños grupos. Esta segunda cualidad creo que acabó perjudicándole, porque le resultaba más cómoda. Su éxito pasó a los libros de historia, pero si se me permite la imagen, la Constitución cerraba una etapa divina y teníamos que pasar a lo humano; quizá debería haberse vuelto a casa, pero su ambición, que yo apoyé, le retuvo. Aunque ya le había pedido dejar Presidencia, le razoné que, para que su liderazgo subsistiera, debía hacer como Cánovas, quien fue «centrista» para restaurar la Corona y aprobar la Constitución, pero acto seguido dejó la izquierda a Sagasta y él encarnó la derecha del nuevo Régimen. Otros y yo, también le recordamos que habíamos hecho la Transición con los votos que nos dio el centro derecha y por exigencias del consenso habíamos gobernado mirando mucho hacia la izquierda. Era hora de atender a nuestro electorado. Durante la Transición consentimos la ficción de que la UCD tenía en su seno todo el abanico político del Parlamento alemán, el Bundestag.

Suárez (me o nos) hizo caso. Disolvió las Cortes, convocó elecciones, hizo una campaña que resumió en su discurso final en TV, donde contrapuso el Humanismo Cristiano de UCD al marxismo del PSOE, y, contra muchos pronósticos, volvió a ganar. A continuación formó un gobierno del que eliminó a los hipotéticos sublíderes de aquellas supuestas tendencias de UCD. Comenzó pues esa etapa postconstitucional siendo Cánovas.

Pero poco a poco yo fui viendo desde Educación que volvía a jugar a los pequeños consensos, dentro y fuera de UCD. Le envié desde Educación varios informes críticos, que no consiguieron cambios.

Hizo un giro notable volviendo a la ficción de que el partido UCD era como el Bundestag, y creó una llamada «Comisión Permanente», donde colocó digitalmente a los «sublíderes» de las presuntas tendencias. Yo me levanté en el Comité Ejecutivo negándome a reconocer aquel poder fáctico extra-estatutario. Pero continuó con ellos y, lejos de apaciguarlos, conforme a lo que ya en la antigüedad escribió Tucídides, aquellos «barones» que él designó se crecieron y le reclamaron sumisión en una famosa «casa de la pradera».

Presentó una moción de confianza en mayo de 1980 y nos leyó en el Consejo su discurso de «generalización, uniformización y aceleración» del proceso autonómico, tres principios opuestos a lo que aún sigue expresando la Constitución. Me pronuncié por ello largamente en contra. Así abríamos una «espiral diabólica», pues habíamos justificado las autonomías en la necesidad de respetar los hechos diferenciales, lo cual haría que las regiones «diferentes» vendrían a reclamarnos más para atender su diferencia. En cuanto lo concediéramos deberíamos extenderlo a las demás por el nuevo principio de igualación que creábamos, y así sucesivamente hasta violar la Constitución; pero finalmente, los «diferentes», para satisfacer su ansia distintiva, nos demandarían la separación. Yo era considerado muy autonomista y mi intervención impactó a Suárez, que no me respondió, y me cesó la primera semana tras la vuelta del verano.

Ese Suárez de 1980 me resultaba desconocido. Cambió tres veces de ministros, y presentó dos mociones de confianza al Parlamento. En la segunda, los cesados hubimos de escucharle que había constituido el «mejor de los posibles gobiernos de UCD», lo cual era interpretable como que los destituidos éramos quienes impedíamos la excelencia de su anterior Gobierno. El Suárez con quien yo colaboré siempre habría tachado esa frase en el borrador del discurso que le presentaran, pero ya no era el mismo.

Suárez conoció que no solo había «inquietudes» militares, sino que al Rey le llegaban quejas contra él, de militares y civiles. Consideró que, como a Maura, le «falló el muelle real» y ello, en su situación, le hizo dimitir aquel 29 de enero de 1981.

Aunque dimitió con «grandeza». Nos pidió al comité ejecutivo de UCD que propusiéramos a Leopoldo Calvo Sotelo para sustituirle. Comenzó la sesión a las 17 horas y solo a las dos de la madrugada consiguió nuestra aprobación, tras reiteradas e intensas demandas suyas. Hacia 1990 le pregunté por qué tanto empeño en favor de Leopoldo y me contestó que «sin duda era el mejor». Le repliqué que parecía no darse cuenta de que estaba hablando conmigo, porque a mí siempre me había expresado el bajo concepto político que tenía de Leopoldo. No me lo confesó, pero sin duda propuso a Leopoldo porque suponía que, por su apellido, contaría con apoyo en las Fuerzas Armadas y evitaría el golpe («no quiero que el sistema democrático sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España», dijo por TV al despedirse). Y acertó, pues un factor importante del fracaso del 23-F fue que el militar de mayor prestigio en los cuarteles manifestó aquella tarde donde convenía que no se debía hacer un pronunciamiento militar cuando «un Calvo Sotelo» estaba propuesto para presidente del Gobierno.

José Manuel Otero Novas, Presidente del IED, subsecretario técnico del presidente, ministro de la Presidencia y de Educación.

«Tribuna España Inteligible»

El pasado 25 de febrero se inauguró en el Casino de Madrid la «Tribuna España Inteligible», que pretende debatir sobre los principales problemas que España se plantea en este momento, reivindicando una España democrática y constitucional.

La inauguración corrió a cargo de nuestro compañero en el Aula Política el letrado del Consejo de Estado Alfredo Dagnino Guerra. Con una excelente conferencia titulada «Monarquía parlamentaria y democracia constitucional: Una fórmula contrastada de éxito», Dagnino defendió la Monarquía como uno de los mejores modelos de gobierno, destacando la importancia de don Juan Carlos I y don Felipe IV en el régimen constitucional que nos ha permitido gozar de uno de los periodos más largos de paz y estabilidad constitucional.

El acto fue apadrinado por doña Ana Pastor, don Marelino Oreja y el director del Casino, don Rafael Orbe.