LA VIVIENDA EN MADRID, UNA PREOCUPACIÓN PARA LOS JOVENES

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LA VIVIENDA EN MADRID, UNA PREOCUPACIÓN PARA LOS JOVENES

LA VIVIENDA EN MADRID, UNA PREOCUPACIÓN PARA LOS JOVENES

Por Anselmo Menéndez Herero. Miembro del Aula Política Joven

Las nuevas generaciones que dan el salto al mercado laboral están altísimamente formadas en valores y por supuesto en términos académicos. Capaces de asumir las responsabilidades de una coyuntura social, política y económica del siglo XXI. El desarrollo personal y profesional de cada uno de ellos ha sido fruto del esfuerzo y de los méritos alcanzados.

Sin embargo, estas generaciones están viendo truncadas sus posibilidades de desarrollar un proyecto de vida personal y profesional donde les gustaría, debido al problema actual de la vivienda en España. En numerosos informes encontramos una copla común, y es que, el problema de la vivienda en España tiene un carácter estructural que va más allá de los ciclos económicos. Entendemos entonces que ni la crisis ni la bonanza económica influye de forma tan directa como para solucionarlo.

Siendo conscientes de esto, observamos problemas específicos de la vivienda que necesitan soluciones estratégicas de carácter estructural. El problema nace, por un lado, de que los jóvenes no tienen la capacidad de ser propietarios, como resalta La Fundación Afi en su estudio “Finanzas de los hogares 2000-20022”. Donde aseguran que el porcentaje de hogares jóvenes (propietarios menores de 35 años) pasa de un casi 70% a comienzos de siglo a un 36% en 2020.

El acceso, la entrada o los impuestos de una vivienda son hoy por hoy, el mayor problema. Por otro lado, los jóvenes se enfrentan a un problema de alquiler, tanto de oferta como de precio, debido al incremento del precio de los últimos años no acompañado de subidas salariales al mismo nivel, ni de una oferta más amplia.

La realidad es que en la última década el mercado inmobiliario ha sido uno de los temas más importantes para actuar en la Comunidad de Madrid. Existiendo una demanda cada vez mayor de vivienda, la política de vivienda se ha convertido en uno de los pilares fundamentales de gobierno, tratando de garantizar a los ciudadanos el acceso a un hogar adecuado y asequible. Sumamos también las palabras que nos trasladó el consejero de vivienda, transportes e infraestructuras de la Comunidad de Madrid en su intervención en la tercera edición del Aula Política Joven;

“Madrid espera un aumento de población de unas cien mil personas cada año, durante los próximos diez años. Desde el gobierno de la Comunidad de Madrid, se trabaja para que la política de vivienda acompañe al crecimiento poblacional y podamos tener una oferta que cubra la demanda”

A pesar de los esfuerzos realizados, el problema de la vivienda en Madrid continúa siendo un desafío importante. El aumento de los precios de la vivienda, el aumento de la población o la escasez de la oferta, suponen para los jóvenes un grave problema para la consecución de sus metas personales o laborales.

Esta cuestión fue preguntada al consejero por parte de los asistentes, y con mucha firmeza aseguró que es una de las líneas de trabajo principales para el actual equipo de gobierno de la Comunidad de Madrid, a su vez explicaba de forma magnifica las diversas medidas y programas que ya se están llevando a cabo, como el programa Mi Primera Vivienda o el Plan Vive entre otros.

La política de vivienda de la Comunidad de Madrid desempeñará un papel crucial en la creación de un entorno habitable, digno y económicamente viable en los próximos años. Si bien este problema supone un desafío continuo, contamos con una clase dirigente concienciada y conocedora del problema que supone el sector de la vivienda.

Sin lugar a duda, la clase dirigente en materia de vivienda debe regular y financiar soluciones, consensuándolas con los distintos agentes pertenecientes al sector, como lo son las asociaciones de promotores, las distintas administraciones públicas, las cooperativas y las empresas públicas. El compromiso debe ser continuo con soluciones innovadoras y colaborativas, es norma fundamental para construir un futuro donde los jóvenes dispongan de un lugar llamado hogar.

Editorial: LA MENTIRA, UN VENENO PARA LA DEMOCRACIA

En las democracias, el poder es siempre temporal, hasta un punto que permite a los alemanes hablar de una división de poderes en el tiempo.

Quienes ostentan el poder, si desean conservarlo, deben responder preguntas, rendir cuentas, responder a las críticas, garantizar la transparencia, la ausencia de corrupción y, en última instancia, presentarse a las elecciones para que los electores decidan si deben gobernar, o no.

Para que un sistema democrático se mantenga como tal es necesario que se pueda medir la responsabilidad de quienes detentan el poder tanto por sus acciones como por sus declaraciones. Pero, por supuesto, tales declaraciones y acciones deben coincidir con la realidad, y a eso responde el derecho a una información veraz del artículo 20.1 d) de nuestra benemérita Constitución de 1978. Gracias a la libertad de prensa el poder no se perpetúa en el tiempo.

La democracia es un sistema de igualdad pública que se basa en la palabra expresada en los medios de comunicación para persuadir, pero también en el que la mentira política vulnera en forma muy grave las normas democráticas. Entendemos como mentira el intento deliberado de hacer creer algo que el que miente sabe o piensa que es falso.

La mentira es un veneno para la democracia, porque la veracidad es un estándar democrático mínimo. El problema esencial es que no se puede medir la responsabilidad de los poderosos cuando estos calumnian con descaro a sus oponentes, al tiempo que mienten para ocultar los defectos propios

Los británicos son un modelo envidiable. El primer ministro Boris Johnson, se vio obligado a dimitir tras el llamado «partygate», cuando el Parlamento comprobó que había mentido, al asegurar que no había celebrado fiestas en su residencia ni había violado las reglas de confinamiento durante la pandemia de la Covid-19. Mucho antes, en 1963, el ministro de la Guerra John Profumo, envuelto en relaciones escandalosas con una modelo implicada en una red de espionaje soviético, fue obligado a dimitir por el único motivo de haber mentido en el Parlamento.

No ocurre lo mismo en nuestra realidad política. La mentira va tomando carta de naturaleza en nuestra crisis como un mecanismo usual de propaganda. Aunque el uso de propaganda política suena a fenómeno de otras épocas, que recuerdan a Goebbels, al nazismo, a la República de Weimar o a la Guerra fría, en

España la propaganda ha vuelto y, de mano de la mentira, está subiendo de nivel hasta el punto de cambiar la política y nuestra sociedad.

Su fuerza dañina se ve aumentada por el abuso constante de su repetición en medios de comunicación gracias a una estructura muy deficiente de las normas que garantizan un marco de pluralismo para nuestra libertad de prensa. Un requisito esencial para que la propaganda sea efectiva es la existencia de espacios de comunicación en los que la repetición constante de lo mismo sea posible y llegue a una gran audiencia.

La realidad política muestra cómo se facilita la propaganda mendaz al mismo tiempo que se dificulta el control del poder. Se limita el acceso a las ruedas de prensa de medios de comunicación que se consideran no afectos (palabra tópica: «fachosesfera»), se reparte en forma incontrolada la publicidad llamada institucional o se subvencionan directamente con fondos públicos los medios en crisis. De esa forma calumnias que serían inanes dejan de serlo porque se repiten en forma machacona y se puede emplear la mentira como instrumento para tapar la corrupción propia mediante el sistema de atribuir al oponente una corrupción semejante, aún a sabiendas de la falsedad de lo que se propaga. La persuasión de la propaganda no proviene de su precisión de argumentos sino más bien de la redundancia. La insistencia vence a la verdad. Incluso las mayores tonterías suenan más creíbles si las hemos escuchado con suficiente frecuencia.

La mejor manera de reconocer la propaganda mendaz es que su mensaje no deja lugar a dudas. Quienes propagan la mentira no admiten errores. Le dan la vuelta a todo, lo distraen y lo oscurecen. Ante las críticas, lo niegan todo y al mismo tiempo explican que de lo que se les acusa nada está mal. O reinterpretan lo que antes dijeron. A menudo contraatacan y cuestionan la credibilidad de las críticas. La propaganda en este sentido es un esfuerzo completamente autoritario. Luchar contra las mentiras políticas es tan difícil como jugar al ajedrez contra alguien que no sigue ninguna regla, pero que también sabe y tiene en cuenta que estás jugando como siempre, aunque te des cuenta y te opongas a su estrategia. El mendaz puede preparar sus movimientos a voluntad. Y ganará.

El 13 de marzo de 2024 el Parlamento Europeo ha aprobado iniciar un proceso legislativo − «European Media freedom act» − que puede ser un antídoto eficaz para remediar esta situación lamentable. Se establecerá un marco común que requiera a los Estados miembros respetar la libertad editorial de los medios de comunicación, proteger la libertad de los periodistas, evitar la concentración de dichos medios, el reparto de la publicidad institucional tanto a nivel de Estado, como a nivel regional o local, garantizar la transparencia de la propiedad de los medios y que las subvenciones que éstos reciban sean proporcionales, adecuadas y mantengan una estabilidad plurianual, que asegure su independencia editorial y evite la existencia de medios amigables con el poder que subvenciona.

En España tenemos por delante un momento complicado, pero hay que recordar las palabras de Abraham Lincoln: «Se puede engañar a todo el pueblo durante un tiempo, y se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo».