Aula Política Joven

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Aula Política Joven

Este miércoles 25 de septiembre, los profesores Julián López Muñoz, de AVESIE (Asociación de Veteranos de Servicios de Inteligencia de España), y Antonio Alonso, Director del Aula Política Joven del Instituto CEU de Estudios de la Democracia (ID), han acogido a Marcus Sheff, CEO del think tank israelí IMPACT-se (Institute for Monitoring Peace and Culutral Tolerance in School Education).

Sheff ha explicado a un nutrido grupo de estudiantes qué instrumentos usa su organización para mejorar la convivencia de las sociedades de Oriente Próximo. Conscientes del valor y del potencial transformador de la educación, IMPACT-se apuesta por revisar los libros de texto que se usan en las escuelas de distintos países –Israel, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, entre otros— para comprobar que no se están difundiendo valores contrarios a la paz, la tolerancia y el respeto a las demás etnias y religiones.

Los alumnos han podido preguntar al ponente sobre su esperanza en que dicho proyecto tenga un impacto real en los colegios de Oriente Próximo y puedan producir toda una generación que rechace las actitudes de odio e intolerancia.

Editorial: La desvergüenza en política

LA DESVERGÜENZA EN POLÍTICA

Una de las manifestaciones más significativas de la perdida de la vergüenza, en cuanto a despreciar la opinión de los demás sobre uno mismo, es la mentira. Es llamativo y preocupante esa desvergüenza que supone mentir a los electores y a la sociedad en general que actualmente prima en el ámbito de la política y no solo en España.

Algunos políticos malos y desvergonzados han descubierto que la gente antes que la realidad objetiva, prefiere la apelación a los sentimientos, la descripción de una realidad ideal en la que se encuentre a gusto sin reparar en la inviabilidad del procedimiento para alcanzarlo. Surge entonces el término de la posverdad acuñado en los inicios de los años 90 del siglo pasado. Los defensores de esta, como Diego Rubio, dicen que no es que la verdad haya perdido peso, sino que, lejos de existir una única verdad, hay muchas y todas validas por igual. Cosa verdaderamente cuestionable y que se nos aparece como uno de los pilares del relativismo que está en la base de la sociedad contemporánea.

Algunos sociólogos están destacando el peligro que para la democracia supone la posverdad. El profesor Rafael Rubio Núñez destaca que, si la esencia de la democracia contemporánea es el diálogo y el debate parlamentario, este puede quedar contaminado cuando los políticos compiten con un lenguaje que nada tiene que ver con la realidad y de esta forma se va agrandando la brecha entre los gobernados y los gobernantes. Esto es lo que, desde nuestro punto de vista, está ocurriendo en nuestro país, sobre todo en las jóvenes generaciones para las que nunca como en este momento la actividad política estuvo tan desprestigiada.

Y esto es sumamente peligroso al poner en crisis nuestra democracia como consecuencia del fenómeno de la posverdad y otros análogos como son el Lawfare, en una estrategia habitual de los partidos políticos de izquierda de imponer cordones sanitarios sin atacar el fondo de los problemas de la sociedad. A través de ello se produce una exacerbación de estos, debido, justamente, a que los enfrentan con unas soluciones que sólo sirven para ocultar los problemas de fondo.

Si consideramos la frase de Jesús a sus discípulos “la verdad os hará libres”, debemos suponer que la mentira nos hace esclavos y eso es precisamente lo que los autócratas pretenden. Una sociedad que sea indiferente a sus manejos y mentiras. Y, para evitarlo, la sociedad civil debe movilizarse porque nos estamos jugando mucho. Nada menos que una sociedad libre y justa en un estado de derecho plenamente democrático. Debemos defender, a toda costa, la esencia del régimen nacido de la Constitución de 1978 y su esencia fundamental que fue el consenso entre todas las fuerzas políticas.

Pero lo más preocupante a la hora de valorar la calidad de nuestra democracia es que esa desvergüenza basada en la mentira no parece tener un coste considerable en votos. Esto es lo que realmente nos debe preocupar más, porque frente a las formas totalitarias de gobierno, si hay algo que la democracia representa, es todo lo opuesto a la manipulación de los hechos.