Cuarenta años del golpe de Estado en España

LA NUEVA ESPAÑA. Entrevista a:

RICARDO LARRAÍNZAR | Subgobernador civil de Madrid durante el 23F y último gobernador civil de Asturias

Oviedo, Juan A. ARDURA

Estuvo en el gabinete de crisis de lo que, en el 23F, era el Gobierno de España en funciones, dado que el presidente saliente, Adolfo Suárez, y todo el Consejo de Ministros estaban secuestrados por el teniente coronel Antonio Tejero Molina en el Congreso de los Diputados. Ricardo Larraínzar Zaballa escudriña en su memoria para LA NUEVA ESPAÑA recuerdos y confidencias de aquellas horas cruciales para el asentamiento de la democracia, que vivió en primera línea desde su puesto de subgobernador civil de Madrid, de las que mañana se cumplen 40 años. Solo siete meses después, el 31 de julio de 1981, tomaba posesión como gobernador civil de Asturias. Otro hecho llamativo, a la vista de los acontecimientos de aquella jornada. Era amigo, desde bastante antes, del general Alfonso Armada.
Cuando aquella tarde fría de febrero el teniente coronel Tejero irrumpe a tiros en el Congreso, Larraínzar era uno de los más estrechos colaboradores de Francisco Laína, el director general de Seguridad del Estado, a quien el destino convirtió de golpe en la mayor autoridad civil de España. La relación venía de atrás. Ambos habían sido compañeros de oposición para acceder al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y eran íntimos amigos.

–¿Qué hacía un joven y prometedor funcionario en la sala de máquinas desde la que se dio respuesta al golpe del 23F?

–La vida nos va colocando en puestos. Mi primer destino fue en la secretaría general del Gobierno Civil de Logroño. Laína casó con una riojana, lo que hizo que él fuera mucho allí y que lo que era compañerismo terminase en una amistad intensa, que nos llevó a una trayectoria juntos en una larga carrera administrativa y luego política.

–El general Armada estuvo en su despacho del Gobierno Civil de Madrid la víspera del 23F. ¿Con qué intención cree que le visitó ?

–Bueno, esta es casi la pregunta del millón.

–¿De qué conocía a Armada?

–El general Armada y yo éramos muy amigos por varias razones. La principal de ellas: fue mi valedor durante muchísimo tiempo. Le conocí cuando me tocó sustituir al gobernador civil de Logroño y tuve que ir a recibir al entonces Príncipe de España a Ezcaray, a donde fue como cadete. Armada era el secretario del Príncipe y en aquella conversación surgió que conocía a un tío carnal mío que pertenecía el Consejo de don Juan en Estoril. Aquello unió un poquito. Cuando ya volvía a casa, después de cumplimentarles, Armada, que era capitán, me dijo: “Le has causado muy buena impresión al Príncipe y me pide que te diga que cuando vayas a Madrid te pases a visitarle”. Siempre he sido obediente y, dentro de mi rutina, entró desde entonces ir Zarzuela, a hablar con el Príncipe y con Armada. A Su Majestad le apetecía hablar con gente joven para conocer su opinión sobre el futuro del país; de hecho, me llamaba “el niño que opina” porque era el más joven de todos. Allí conocí a Adolfo Suárez.

–Volvamos a la pregunta del millón. ¿Por qué cree que fue Armada a verle en la víspera del 23F?

–Había una grandísima amistad. De repente, aparece en mi despacho ese día. Cuando desde la Secretaría me anunciaron que subía el general Armada a visitarme, me causó verdadera extrañeza porque no era habitual. Le recibí con cordialidad y le comenté que era una sorpresa. Me respondió que pasaba por allí, venía de entrevistarse con el general Quin- tana Lacaci, capital general de Madrid, cuyo despacho estaba muy cerca del mío. Me preguntó: “¿Qué tal van las cosas, Ricardo?”. Le contesté que bien y de inmediato le dije que iba a llamar al gobernador civil, Mariano Nicolás, para que también estuviera presente.

–¿Por qué esa cautela?

–Suelo tener olfato e intuía que yo estaría más protegido estando los tres que no a solas con Armada, porque en aquellos días había muchos comentarios… Prefería que estuviera el gobernador delante. Fue una conversación sin trascendencia en la que di por bueno el motivo de su vi- sita, nuestra amistad. Me dijo que se acordó de que yo estaba allí y que era el momento de darme un abrazo, y ahí terminó nuestra conversación. Fue breve, lo que era bueno para todos: el era un hombre muy controvertido, era un momento de muchos rumores y habría sido extraño que hubiera pasado mucho tiempo en el Gobierno Civil.

–La larga noche del 23F tuvo varias misiones. Una de ellas, conseguir los planos del Congreso. ¿Para qué los querían, para que entrasen los geos al Congreso?

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