LOS TRES PARADIGMAS DE LA POSMODERNIDAD: GUERRA FRÍA – GLOBALIZACIÓN – REGIONALIZACIÓN Y REARME

 

  • DE LA GUERRA FRÍA A LA GLOBALIZACIÓN

 

Tras la segunda guerra mundial se abre un largo periodo posbélico en el que se crea un orden geopolítico que responde al enfrentamiento entre dos grandes bloques político-económicos, USA-EUROPA y la URSS, estancos en todos los ámbitos, que se mantiene, no sin algunas fisuras, hasta finales de los años ochenta.

A partir de los años sesenta, el equilibrio de poder militar resultante de la mutua amenaza de holocausto nuclear para ambos bloques, supone una definitiva disuasión para un enfrentamiento bélico directo, dando paso a la llamada Guerra Fría, equilibrio que sustenta un prolongado escenario de paz generador de la última de las globalizaciones y primera que no se desarrolla manu militari. La actual globalización podríamos afirmar que eclosiona en 1961 con la creación de la OCDE, alcanza su cénit en 1995 con la creación de la OMC y comienza su declive con la crisis financiera sistémica de 2008.

Con la globalización económica se adopta una nueva geo estrategia que incluye el desarrollo de una amplia zona común interbloques, tanto en lo económico como en lo cultural. Ese solapamiento de hegemonías y su extensión a zonas en pugna por alcanzar protagonismo, ha complicado radicalmente la consecución de la estabilidad geopolítica en el contexto internacional.

 

La pretendida bipolaridad USA – China no es tal desde que la interdependencia tecnológica, productiva y comercial entre ambas superpotencias ha alcanzado niveles críticos, convirtiendo a los dos hegemones en un meta hegemón dual. Un buen ejemplo de esa biyectividad es lo acontecido con la Covid 19, en cuyo origen se entrelaza la investigación vírica China con su financiación USA. De esa confluencia de intereses se deriva que nadie haya reclamado nada a nadie por los estragos causados por la subsiguiente pandemia. Esa nueva estructura hegemónica conlleva el que las geo estrategias unidireccionales, como la que Rusia pretende llevar a cabo en la actualidad con la invasión de Ucrania, estén condenadas al fracaso. A partir de este momento los aliados de Rusia se guiarán exclusivamente por patrones oportunistas y cortoplacistas.

 

El paradigma geoestratégico en el que se prioriza la eficiencia económica sobre la seguridad se ha estado desarrollando en el marco de la implantación en Occidente del NOM (Nuevo Orden Mundial). Paradójicamente, la contracultura del nihilismo propugnada por el NOM está imponiéndose en las democracias occidentales con el beneplácito de China y con la oposición de Rusia y la de algunos de los países del este de Europa. Rusia vive en la contradicción de que el humanismo cristiano es incompatible con privar a sus ciudadanos de derechos y libertades individuales fundamentales.

 

 

 

 

  • EL OCASO DE LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA Y EL AUGE DEL GLOBALISMO CULTURAL

 

En el pujante mundo occidental de la deslocalización pacífica de la producción, desde las democracias hacia los estados totalitarios o fallidos, en el 2008 se abate una crisis financiera sistémica y en el 2020 se ceba un virus letal que pone en jaque a su sistema sanitario, poniendo en evidencia la vulnerabilidad de un sistema radicalmente externalizado ante situaciones de estrés. Como consecuencia, se inicia un lento pero irreversible proceso de relocalización de la producción de los sectores más expuestos ante escenarios no controlables.

Apenas iniciado ese movimiento de repliegue, en 2022 Ucrania es invadida por Rusia, dejando al descubierto la extrema debilidad militar de Europa y su total dependencia de la fuerza militar de los USA. La lógica del mercado se había impuesto sobre la lógica geoestratégica, esperable resultado de un proceso de globalización sustentado en un pacto implícito de no agresión militar, coherente con una significativa deslocalización interbloques.

Dos sonoros golpes consecutivos a sectores tan sensibles como los de sanidad y seguridad van a provocar el definitivo parón y marcha atrás en un proceso de globalización que entra en una fase inercial a partir de la crisis financiera sistémica de 2008, crisis de solvencia tratada como crisis de liquidez, por lo que continúa sin resolverse en la actualidad. Esa crisis sistémica ha sido camuflada por las medidas de híper liquidez aplicadas por los Bancos Centrales, medidas que han pasado de ser extraordinarias y coyunturales a convertirse en crónicas, generando un brutal exceso de liquidez que no ha podido ser absorbido ni vía crecimiento ni por ganancia de productividad, gestando un potencial inflacionista que finalmente ha tomado cuerpo y se ha convertido en la gran amenaza para la economía mundial.

 

Se está alumbrando una apresurada vuelta a los cuarteles de invierno de la autarquía estratégica, cuarteles que fueron abandonados antes de tiempo por unas oligarquías que se creyeron invulnerables, seguidas por una ciudadanía debidamente anestesiada por la adición a un consumo exacerbado. La declaración de Versalles del pasado 11 de marzo marcará un hito en ese cambio de paradigma que tanto va a afectarnos a partir de este crucial momento de inflexión.

El acelerado proceso de sustitución de la hegemonía militar por la hegemonía cultural y/o económica al que veníamos asistiendo desde los años noventa, va a desvanecerse por un largo tiempo, ya que el rearme militar conduce a la realimentación del nuevo escenario belicista.

El mundialismo globalista ha sufrido un significativo quebranto en su proceso subyacente, que no era otro que el de la culminación internacional en paralelo de la hegemonía cultural nihilista encabezada por los USA y la hegemonía productiva y logística capitaneada por China. Ambos procesos de predominio perderán protagonismo en beneficio de las soberanías nacionales y regionales.

 

  • DE LA GLOBALIZACIÓN Al VUELCO GEOESTRATÉGICO

 

Con la invasión rusa de Ucrania iniciada el pasado 24 de febrero se rompen los

delicados equilibrios geoestratégicos y económicos gestados a partir del atentado

terrorista islamista a las torres gemelas de Nueva York en 2001, redefinidos en 2006

con la segunda guerra del Golfo Pérsico (2003-2011) y en 2015 con la guerra de Siria

(2011-2017) y culminados con la vergonzosa estampida de Afganistán en 2021.

En los veinte años transcurridos en la lucha de las democracias occidentales contra el

terrorismo islamista se producen los siguientes hechos:

 

  • El proyecto de sustitución de regímenes totalitarios que fomentan el terrorismo islamista por democracias ha resultado inviable.
  • Los regímenes totalitarios que combaten el terrorismo islamista acaban siendo apoyados por las democracias occidentales.
  • La opinión pública occidental no asume la pérdida de vidas humanas en proyectos bélicos que terminan siendo fallidos.
  • Al tiempo que las democracias, salvo USA, no alcanzaban los mínimos de inversión en defensa, los totalitarismos procedían a un sistemático rearme, eso sí, con armamento producido en esas democracias “pacifistas”.
  • El colapso del Telón de Acero y el extraordinario desarrollo económico y militar de la China comunista trasladan el centro geoestratégico mundial desde el Mediterráneo al Pacífico.
  • La guerra contra fuerzas armadas islamistas, que vulneran sistemáticamente el Derecho Internacional, exige unas tácticas de combate capaces de simultanear la eficacia militar con la preservación de la población civil involucrada.
  • En las contiendas bélicas actuales se ha difuminado la línea de separación entre fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, en las que la confrontación directa, el cuerpo a cuerpo, se sustituye por el ordenador a ordenador a distancia y en las que los objetivos de tierra, mar y aire son prácticamente intercambiables.
  • La traslación del centro de gravedad geoestratégico desde el Mediterráneo oriental al Pacífico exigió el introducir a Rusia en la ecuación de seguridad de Oriente Próximo. La prueba de fuego para la incorporación de Rusia a ese tablero geoestratégico se sustancia con su intervención desde 2015 en la guerra de Siria, una actuación tan radical como estabilizadora que favorece a Israel.
  • Con el fin de rentabilizar ese nuevo rol de gendarme clave de Oriente Próximo, Rusia invade y se anexiona Crimea en 2014, lo que le proporciona un acceso directo al mar Negro.
  • Rusia pretende, de nuevo, convertir Ucrania en un país satélite, instigando desde 2014 una guerra civil en la región del Dombás, y tratando de manipular el mapa político ucraniano.
  • Las alianzas de Rusia con la China comunista y con el resto de regímenes comunistas de todos los continentes plantean un gravísimo escenario de riesgo para todas las democracias.

 

  • LA REGIONALIZACIÓN Y EL REARME MILITAR, INDUSTRIAL Y ENERGÉTICO

 

El pasado 24 de febrero Rusia inicia la invasión masiva del territorio ucraniano con el fin de convertir Ucrania en una taifa rusa. Con ese objetivo moviliza unos ingentes medios militares que aseguren una victoria rápida y de bajo perfil cruento. Conviene señalar que esa injustificada actuación viene precedida por el recurrente incumplimiento mutuo de los sucesivos acuerdos firmados por Rusia y Ucrania, lo que constituye un claro indicio de que ambas partes se encaminaban al enfrentamiento armado, siendo la OTAN y la OSCE meros convidados de piedra.

La inesperada reacción del David digital, Ucrania, contra el Goliat analógico, Rusia, provoca una escalada bélica rusa de características criminales y de consecuencias tan temibles como imprevisibles.

 

– El asalto militar ruso a Ucrania ha violado las más elementales normas del Derecho Internacional y ha mostrado el alto grado de amenaza bélica para las democracias que comporta la insensata carrera de desarrollo, uso y /o amenaza de armamento ofensivo:

. Su ataque se está centrando en la población civil, bombardeando ciudades no desalojadas e incluyendo hospitales y suministros sanitarios, de energía, agua y alimentos.

. Hay múltiples acusaciones de haber perpetrado ejecuciones aleatorias de población civil desarmada.

. Atacó la central nuclear de Zaporiyia, poniendo en grave riesgo de exposición radioactiva a una gran parte de la población europea y rusa.

. Amenaza con la utilización de su arsenal de bombas atómicas como fuerza de agresión y no de disuasión.

. Prueba el nuevo misil de muy largo alcance “Sarmat”, 18.000 km, capaz de portar ojivas hipersónicas con carga nuclear.

. Utiliza por primera vez un misil hipersónico en los bombardeos a Ucrania, lo que constituye un peligroso precedente. Las armas hipersónicas son dirigidas por inteligencia artificial, lo que unido a su alta velocidad les permite vulnerar con facilidad los sistemas defensivos actuales.

 

El PIB de Rusia está algo por encima del español y el arsenal nuclear ruso es superior al de USA, con un PIB catorce veces mayor que el de Rusia. En la Unión Europea con un PIB diez veces mayor que el de Rusia, únicamente posee armamento nuclear Francia, con un arsenal veinte veces inferior al de Rusia. Si a ese absoluto desequilibrio unimos las escasas fuerzas militares convencionales de la Unión Europea, se entiende perfectamente que la amenaza de agresión militar para la Unión Europea y los países de Europa del Este proviene de una Rusia dominada por un régimen despótico y convertida en la primera potencia nuclear del planeta. Es una Rusia hiperarmada la que representa una grave amenaza real para la seguridad europea y no el paraguas defensivo de la OTAN en Europa el que pudiera representar una amenaza para Rusia.

 

Por otra parte, Rusia suministra a la Unión Europea el 40% del gas, el 27% del petróleo y el 47% del carbón que consume, por lo que minimizar esa fuerte dependencia va a requerir un largo tiempo y obligará a concebir unas nuevas centrales nucleares que sean inmunes al ataque de los misiles hipersónicos y a proteger especialmente las centrales actuales. Ese dilatado proceso de sustitución del suministro energético en la Unión Europea comportará un inevitable encarecimiento de la factura energética y un probable racionamiento en los suministros correspondientes.

El factor logístico va a cobrar una especial dimensión estratégica en todos los ámbitos, cobrando una creciente relevancia el transporte marítimo.

 

El citado sobreprecio reducirá drásticamente la competitividad de la economía europea que, además, se verá obligada a relocalizar industrias estratégicas, con el paralelo incremento de costes. A ambos efectos se le añadirán las restricciones y/o encarecimiento de la importación de suministros básicos y de componentes para las cadenas de producción, así como la consiguiente reducción del comercio mundial.

Todo ello, sumado al fuerte incremento que deberá registrarse en los capítulos de gasto en defensa, anuncia un oscuro paradigma de regionalización y rearme que provocará un largo periodo de estancamiento económico con alta inflación, unido a una acusada regresión en lo social y en lo político.

 

José Amengual

mayo 2022