La encrucijada de la Unión Europea. Cuatro libros para una guerra.

La encrucijada de la Unión Europea. Cuatro libros para una guerra.

La guerra de Ucrania ha terminado por colocar a la UE en una encrucijada de tal gravedad que nos exige una  reflexión profunda acerca de hacia dónde vamos, qué rumbo traemos y en qué condiciones se encuentra la nave para afrontar las tormentosas aguas que se avecinan. Porque, por difícil que nos parezca, la nave tendrá que cambiar de rumbo si quiere sobrevivir.

Es un hecho conocido que, después de los ciudadanos de Ucrania, los miembros de la UE somos los más perjudicados por las decisiones que el liderazgo de Occidente ha tomado para sancionar a Rusia tras su invasión de Febrero pasado. Desde las primeras semanas de esta etapa del conflicto  supimos que, para los ciudadanos de la UE, el coste de las sanciones sería al menos de tres veces el de los rusos. No es una especulación, es un dato conocido que, por ejemplo,  expuso Javier Solana durante su intervención en la Institución Libre de Enseñanza el siete de Marzo de este año.

Así pues, quienes tomaron aquellas decisiones lo hicieron sabiendo  los costes que supondrían para nosotros. Del mismo modo que quien, más recientemente, destruyó el gaseoducto Nord Stream se aseguró de que, “quemando nuestras naves” energéticas, el deterioro económico de Alemania y de la UE quedaba sellado para muchas décadas.  Nuestros costes de miles de productos ya han aumentado a niveles inimaginables hace bien poco con el consiguiente derrumbe de nuestra competitividad global.

Pero la nave europea ya iba mal por un conjunto de circunstancias muy anteriores a esta contienda.   Una señal de cómo de “tocada” iba la UE es el informe de la Oficina Mundial de la Propiedad Intelectual de la ONU sobre generación de nuevas patentes y registros de propiedad intelectual. En dicho informe, que durante la pandemia pasó silenciosamente por nuestros medios de comunicación,  la UE, con el 5.6% de las solicitudes mundiales de registro,  aparece detrás de Corea del Sur con su notable 6.7%.  Por delante de Corea estaban Japón, 10%, los EEUU, 19.5%, y China con el 41%.  No es la única señal  de deterioro pero es muy grave que en una de nuestras históricas fortalezas –éramos líderes mundiales hace ochenta años– nos encontremos hoy por detrás de un pequeño país como Corea con apenas cincuenta millones de habitantes.  Hablando de amenazas existenciales para Europa, esta pérdida de ventaja en la producción intelectual es la más grave, duradera y difícil de revertir.

Por lo tanto dos de los resultados de las decisiones que el liderazgo comunitario ha ido adoptando durante décadas son el agravamiento de nuestra ya alta dependencia de los EEUU y la aceleración del empobrecimiento de los europeos mientras prosigue la deslocalización industrial –ahora hacia América del Norte–.

Si sumamos a lo anterior el hecho de que, por las políticas energéticas, impositivas y la fiebre regulatoria de la UE, hay una pérdida constante de competitividad, nos acercamos a la realidad. Porque cualquier producción se nos vuelve inviable por nuestra estructura de costes, también de los costes fiscales, al tiempo que tecnológicamente seguimos perdiendo relevancia mundial. Si la UE quiere algún día volver a ser una fuerza de progreso económico real, algo muy profundo tiene que cambiar en su estrategia, en sus políticas y en su gobierno. Los cuatro libros que presentamos a continuación nos ofrecen sabias reflexiones para esta tarea.

El casi tres veces  milenario general y filósofo chino, Sun Tzu, escribió  en su “Libro de la guerra”,  que lo primero que debemos tener en cuenta antes de iniciar una contienda –física,  hibrida o cultural–,   es ver  si la Virtud –Dao— está de nuestro lado. Para este manual de estudio obligado en todas las academias militares, los restantes factores –clima, topografía, mando y disciplina–  son secundarios con respecto a la posesión de la virtud moral.  La palabra Dao es un concepto que oscila entre la virtud metafísica taoísta y la comunión que en determinadas ocasiones se produce entre gobiernos y gobernados, jefes y subordinados, regímenes y sus ciudadanos. Justo aquello de lo que carece una  UE que promueve activamente la “cancelación” de los valores y tradiciones históricos de Europa.

Otro libro de hace pocos años, «Repensando el liderazgo estratégico«, de Federico Aznar, arranca con una espléndida  referencia a escenas de la película «La Misión«, que narra la epopeya paraguaya de los Jesuitas españoles. Un gran ejemplo histórico de liderazgo centrado en las exigencias prácticas de la virtud moral. La historia nos mostró cómo esta forma de liderazgo fue  objeto de los ataques inmisericordes del poder terrenal de su tiempo: las monarquías absolutas. Aquellas modélicas “reducciones” indígenas estuvieron en el origen de la gran expulsión de la Orden de toda Europa con la excepción de Prusia y Rusia donde pudieron refugiarse no pocos jesuitas. Este exilio forzado duró desde 1767 a 1814 y, a efectos docentes universitarios en España, no se les permitió reanudarlos hasta 1888.

El modelo desarrollado por Ignacio de Loyola hoy nos suena extraño al descansar en estas cuatro ideas: Discernimiento, Reflexión, Afecto y Acción. Los dos primeros, Discernimiento y Reflexión,  están íntimamente relacionados con la búsqueda de la verdad. Algo incompatible con el relativismo nihilista que hoy circula en una UE que hace todo lo posible por borrar nuestras raíces civilizatorias y que ha llegado incluso a  sugerirnos que restrinjamos el uso de los tradicionales “Christmas” navideños.

Otro gran pensador, Guglielmo Ferrero, exiliado de la Italia de Mussolini, escribió en 1942 desde la Universidad de Ginebra una obra notable: «Poder, los genios invisibles de la ciudad«. En ella aborda dos conceptos: la Legitimidad Otorgada –sin la cual todas las formas de poder social terminan por degradarse y desaparecer– y el Miedo del Poder a perderlo. Los dos factores clave íntimamente ligados a la virtud moral del liderazgo.

El cuarto libro, “The Grand Chessboard”, 1997, del gran Zbigniew Brzezinski​, ilustre pensador polaco nacionalizado en los Estados Unidos, profesor, miembro de su “establishment” de Seguridad Nacional y fallecido en 2017, dice en aquella edición algo que debiera hacernos reflexionar como europeos. Se refiere a los principales objetivos de toda metrópoli en su relación con los territorios imperiales.  Son estos: 1. Impedir la colusión de los estados vasallos. 2. Mantener los flujos tributarios. 3. Asegurar su dependencia defensiva. Seguro que no solo “nos suenan” sino que los reconocemos perfectamente en nuestras vidas.

Vivimos días amargos para una Europa muy necesitada de un alto en el camino que nos permita  discernir y reflexionar sobre nuestra ambición estratégica  para los próximos cincuenta o cien años. Como antes de todas las batallas, es crucial preguntarnos honestamente si estamos del lado de la virtud y de la verdad.  Si lo hacemos veremos que hemos renunciado a ser independientes y que hemos aceptado seguir estrategias que no son las nuestras. Al hacerlo, no solo hemos retrocedido sino que, como estamos viendo, nuestra dependencia ha aumentado dramáticamente y en contra de nuestros intereses.

De ello debemos responder todos, pero muy especialmente quienes, siendo responsables de ejercer el liderazgo moral y de representarnos, han servido a otros fines y a otros intereses. Fuera del sendero del progreso, la paz, la verdad y la justicia. Lejos de la libertad y la responsabilidad personales.