EDITORIAL: LA MEJORABLE Y ACTUAL CLASE POLÍTICA

Hace unos días José Manuel Otero Novas, en un seminario sobre las relaciones entre España e Iberoamérica, destacó el consenso y la reconciliación como los pilares fundamentales en los que se basó la exitosa Transición española. Un modelo político que nos permite, en estos momentos, gozar del mayor periodo de paz de la historia de España.

Consenso, apuntó, entre la clase política del régimen y consenso con las fuerzas emergentes en aquellos momentos. Pero cabría preguntarse ¿Qué se ha hecho con ese inmenso legado ético de los políticos de la Transición?, ¿Dónde han quedado aquellos pactos que, en la caso de la reconciliación, no fueron de olvido? .

Preguntado, en una tertulia, sobre ¿Qué secreto tenía aquella clase política de la Transición para conseguir aquello?, el exministro Marcelino Oreja respondió, con una sonrisa en su rostro, que quizás el secreto radicaba en que no eran clase política. Aquellos tenían muy claro el servicio a España por encima de sus intereses partidistas y personales y quizás eso es justo lo que no ocurre con la clase política actual. El sistema ha derivado en unos profesionales de la política que solo miran el interés del partido que es, a la postre, el suyo propio. Estamos en una autentica partitocracia en la que el ciudadano no opina, sólo vota. Y algunos partidos en el poder creen que como han ganado las elecciones, mediante pactos entre ellos, tienen la posibilidad de cambiar la sociedad a su gusto. Sin tener en cuenta que han sido votados para gestionar, no para remover las bases sociales en beneficio propio para asegurarse más votos en futuras elecciones.

Por eso desde el Aula Política estamos empeñados en dar soluciones quizás, para una futura clase política que, sin duda habrá de venir. Tal y como hicieron los componentes del grupo Tácito en el tardofranquismo sentando las bases de lo que luego fue la Transición. Recuperamos esos valores éticos de aquel periodo histórico que asombró al mundo.