LA OPINIÓN PÚBLICA TELEDIRIGIDA

Circula por Internet y, por whatsapp, un pequeño vídeo Tik Tok de 2 minutos que comienza preguntando a jóvenes:  “¿opináis que la vida de todas las criaturas y de la flora es igual de importante y debería defenderse?” Las respuestas van desde el “Sí, claro”, “por supuesto”  a   defender “el derecho a la vida de todos los seres que sean sintientes

Medio minuto más tarde se pregunta “¿qué opináis que se sacrifiquen perros porque no hay un hogar dónde acogerlos?” y, las contestaciones incluyen varios “fatal, fatal”, se llega a pedir “tolerancia cero” o señalar que es “increíble que se consienta en España el asesinato de perros y gatos en perreras” o recalcar que es “espeluznante”.

A mitad de vídeo se interpela: “En este sentido, también entonces ¿ves mal que haya mujeres que aborten porque el Estado nos les destine recursos suficientes para mantener a los niños que vayan a tener?”. En ese momento se produce un cortocircuito en la mente de los defensores de los animales… y  un “mmmm… yo, es que depende de la situación…”, “al final es tu decisión”, “si un niño no puede tener una vida guay, si no va a poder tener un futuro…”

Cuando la entrevistadora señala la contradicción, el empecinamiento pro aborto llega a escudarse en que “es distinto”, aunque no se sabe explicar el porqué es distinto. Este “cacao mental” es fruto de un adoctrinamiento pro aborto y de una defensa a ultranza de los animales. Es una clara incongruencia defender la vida de los animales y que se vea como normal destruir vida humana en su estadio más vulnerable.

A esto hemos llegado después de una larga campaña pro aborto que ha transformado a una opinión pública anti aborto a otra pro aborto o, al menos, pasiva. Detrás hay mucha estrategia, ideología defendiendo el control de la natalidad, batallas legislativas con leyes bárbaras, -tal y como hemos señalado en este medio-, propaganda, muchas veces oculta; manipulación y fake news, incluso perversión del lenguaje.

La campaña comienza afirmando que la criminalización del aborto es mala porque pone en riesgo vidas, (evidentemente no se incluye la vida del feto). Incluso se exageran las cifras de mujeres muertas por la práctica de abortos ilegales. Se sigue con que es un derecho “fundamental” de las mujeres, se justifica porque “mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero”, ‑aunque por otro lado se criminalizan los vientres de alquiler‑ o “el derecho de las mujeres a decidir”. Del derecho a la privacidad se pasa al derecho a la salud, tanto física como mental que llega hasta la comodidad. Se termina con el derecho a la salud reproductiva. Desde una posición menos comprometida se sostiene que se trata de un asunto de mujeres, en donde es mejor no meterse, que es una forma de solucionar muchos problemas en el futuro de una chica joven, o de una mujer madura que no puede mantener a un hijo más.

Y no podemos olvidar el dinero. Existe un gran negocio, porque las clínicas abortistas mueven mucho dinero. La mayoría de los abortos, en torno al 86%, se realizan en centros privados y, de ellos, poco más del 6% en hospitales. Eso significa que las clínicas abortistas privadas tienen el 80% del negocio.  Como botón de muestra: destruir un embrión humano de hasta tres meses cuesta 345 con anestesia local y 450 con anestesia general.  Eliminar un feto de 5 meses y medio son 1.655 euros, si se trata de una micro cesárea se dispara a 3.500 euros. Y el número de abortos en España al año ronda los 100.000. Cada año se destruyen más vidas que toda la población de Santiago de Compostela. Calcúlese el negocio. Pero además: ¿qué ocurre con los restos? Placenta, cordón umbilical, embriones enteros o partidos y los restos fetales son codiciados para distintos usos.

Es cierto que desde movimientos pro vida se realiza una labor de información y de apoyo a las madres embarazadas que no quieren tener a su hijo. Incluso esa labor se realiza a las puertas de los centros de “interrupción del embarazo”. Cuando esas personas consiguen que una mujer cambie de opinión y nazca su hijo, la enorme satisfacción les acompaña cada vez que en la calle se cruzan con un niño, una niña o un bebé que sonríe o llora. La última ley bárbara es la Ley Orgánica 4/2022, de 12 de abril, que modificó el Código Penal para castigar a esas personas con prisión y posible prohibición de circular por determinados lugares. En definitiva se trata de que no se perjudiquen el negocio de las  clínicas abortistas.

Pero el interés político de la izquierda que corrompe valores tan importante como el respeto a la vida humana llega a defender y proponer el derecho a abortar incluso de menores de edad, sin necesidad de autorización de sus padres. Como ya se ha señalado en la prensa, una chica de 16 años para ir de excursión con el colegio necesita una autorización de sus padres, a veces de los dos y; para ir a abortar, no será necesario ni decírselo a sus padres.

Los seres humanos tenemos una gran capacidad para auto justificarnos o no querer ver las barbaridades que existen a nuestro alrededor. Hemos pasado de una opinión pública contraria al aborto a justificarlo, aun admitiendo que puede sacrificarse a un embrión con figura humana, que siente y está indefenso, pero no a un perro. Hay un argumento esencial: solo miren las imágenes tomadas en el vientre materno y opinen si ahí hay vida humana o no.

Porque la vida es importante, más importante en una sociedad envejecida como la nuestra. Si queremos hacer algo, podemos desde apoyar a alguna de las muchas organizaciones próvida y apoyar las propuesta próvida, tal y como se hizo en la manifestación del 26 de junio. Después, cuando se crucen con un niño en la calle y lo vean sonreír piensen que parte de esa sonrisa es también suya.